El dragado del río Guadalquivir: reflexiones sobre un modelo de desarrollo económico obsoleto y dañino
octubre 3, 2012 1 comentario
La polémica sobre el dragado del Río Guadalquivir nos permite reflexionar sobre la vigencia, en pleno siglo XXI de un modelo de desarrollo simplista, obsoleto, tecnocrático, lineal. Una forma de entender el desarrollo que sólo entiende de barcos (de gran calado, los de pesca se la traen al pairo), para el que un río que es origen de Sevilla y fuente de vida para una gran biodiversidad de especies y generador de empleo para agricultores y pescadores, sólo es un canal.
Manuel Fernández, el presidente (del puerto), nos anuncia que las obras del dragado del Guadalquivir se van a licitar, caiga quién caiga, cueste lo que cueste, en enero de 2013. No entiende de Doñanas, de conservación y preservación de la naturaleza como sustento de la vida, de lógicas del territorio como soporte de actividades productivas coherentes con el mismo. Son esos conceptos y valores totalmente ajenos a su estrechez de miras, demasiado lejanos de su lógica económico matemática.
El sabe que no cuenta con el visto bueno del ministerio de Medio Ambiente. Conoce las exigencias de la UNESCO sobre Doñana, Patrimonio de la Humanidad. Conoce el dictamen de la comisión científica para las afecciones del Río Gualdalquivir. Conoce la oposición frontal de la plataforma No al Dragado del Guadalquivir, ecologistas, científicos y arroceros. Sabe que las obras se van a recurrir y que probablemente se acabarán parando y se obligará a los promotores a restituir el río a su estado inicial (lo cual no es posible). Pero le da igual. El mismo lo dice denotando como ese modelo de desarrollo conlleva un modelo autoritario de entender el poder. Para Don Manuel los científicos, la gente de a pie, no digamos los ecologistas, estorban. Son una molestia que querría que no existiera. Habría que limitar su capacidad de expresión, de interferencia en las cosas serias. «Me espero cualquier cosa después de ver que un grupo de vecinos han sido capaces de echar abajo la biblioteca del Prado de San Sebastián y enterrar así muchos millones de euros», dice y se queda tan pancho. Los 27 millones de euros que en época de recortes ha aprobado el gobierno para este proyecto se pueden ir al garete después de haber destrozado irreversiblemente el río Guadalquivir pero da igual. En este pais nadie con poder es responsable de nada. Sólo habrán ganado, como siempre, las grandes contructoras: ganan cuando construyen, ganan cuando re-construyen lo destruido por ellas.
Es el momento de que la comunidad científica, los agricultores, los pescadores, los conservacionistas y ecologistas, quiénes entendemos que otra política es necesaria, nos unamos y le digamos basta: No con nuestro dinero, no con nuestro consentimiento. Pero también es el momento de plantear un modelo de desarrollo alternativo, anclado en las potencialidades de nuestro territorio, en la riqueza de nuestro patrimonio natural, para desarrollar una agricultura, una pesca y un turismo sostenible en valle del Guadalquivir que deben de partir, como señala la comisión científica, de una restauración y una gestión inteligente del Guadalquivir y su estuario.
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