Aznalcollar o el cambio de modelo productivo siempre aplazado
julio 18, 2013 2 comentarios
En 1998 la rotura de la presa de la balsa de la mina de Aznalcollar provocó el mayor desastre ecológico vivido en Andalucía en décadas. El parlamento acaba de aprobar, por unamimidad, sacar a concurso internacional la reapertura de la mina. Con ello ha creado las condiciones objetivas para que del «Nunca Más» pasemos a «Puede Volver a Pasar». Los científicos del CSIC ya habían advertido, antes de la rotura de la presa, la existencia de significativos niveles de metales pesados en el cauce del Guadiamar (procedentes de las explotaciones mineras), y habían advertido del riesgo que suponía para el Parque Nacional de Doñana la existencia de una balsa de residuos, de tales dimensiones, en la cabecera del cauce que regaba las marismas del Guadalquivir. ¿Qué ha cambiado desde que hicieran sus informes? Que ocurrió lo que anunciaban, sin que la administración pública andaluza hubiera tomado ninguna medida de precaución. ¿Para qué queremos la información si no la usamos? Se nos llena la boca apostando por la sociedad del conocimiento pero cuándo entra en contradicción el conocimiento científico c0n el modelo de desarrollo, en lugar de cuestionar el modelo de desarrollo, hacemos oídos sordos al conocimiento. Y lo peor es que habiendo sido advertido y habiendo ocurrido, la Junta de Andalucía vuelve a crear las bases para que volvamos a estar en riesgo porque volverá a haber una balsa de residuos tóxicos en la cabecera del Guadiamar.
Y el argumento, como no podía ser de otra manera, es la creación de empleo. Y claro que tenemos que crear empleo en la comarca de Aznalcollar y que la sociedad está en deuda con sus mineros. Pero parece que los tres grupos parlamentarios presentes en el parlamento carecen de ideas para crearlo si no es como se ha hecho siempre, de forma insostenible, como un bien social marginal derivado del lucro de una multinacional . Multinacional que objetivamente se hace irresponsable de las posibles consecuencias ambientales, económicas y sociales de las previsibles «catástrofes» derivadas de su actividad económica. ¿Cuánto ha pagado la multinacional sueca Bolidén por los daños causados? ¿Qué daños causó la expolotación de la mina? ¿Qué beneficios aportó a Andalucía y qué costes? ¿Quién se llevó la mayor parte de esos beneficios y quién asumió la mayor parte de esos costes? Si en el concurso que saca ahora la Junta se estableciera como condición que la empresa adjudicataria internalizase los costes ambientales y avalase los daños que pudiera ocasionar, sencillamente el concurso quedaría desierto. Porque precisamente uno de los principios básicos de la economía insostenible es que el beneficio es para la empresa y los costes los asume la sociedad vía impuestos, a través del estado. Y ese modelo es el que se alegran PP+PSOE+IU de mantener.
Cuando los daños ambientales y económicos que puede tener una actividad productiva están en clara desproporción con los beneficios sociales que aporta, la creación de unos puestos de trabajo, la pregunta es: ¿No hay otro modelo de desarrollo posible capaz de crear los mismos puestos de trabajo sin riesgo ambiental y económico para otras actividades de la comarca y para la salud de las personas? Para los grupos representados en el parlamento, esta era una oportunidad de demostrar su capacidad de innovación y sus convicciones ideológicas cuándo algunos, como IU, dicen apostar por el cambio de modelo productivo. Faltan discursos y voces en el parlamento capaces de proponer alternativas económicas que pongan las bases del desarrollo sostenible, el único que podemos sostener en el tiempo. Seguimos sin ideas para sacar a Andalucía de la crisis. A unos se les ocurre esto y a otros enladrillar lo que falta por enladrillar del litoral.
Traigo a colación la última publicación de Florent Marcellesi como marco para otra economía capaz de generar empleo sostenible. En «La Transición Ecológica de la Economía: ¿por qué? ¿para qué? y ¿cómo?» Marcellesi no sólo pone las bases conceptuales de la transición hacia la economía ecológica, aportando cifras del potencial de creación de empleo en los sectores más relevantes de la economía sostenible, sino que aporta justamente un estudio de caso de transición de un pueblo minero que nos sirve de inspiración para Aznalcollar. El pueblo de Loos-en-Gohelle, situado en el norte de Francia, de 7000 habitantes y cuya actividad principal fue la minería del carbón, lastrado por el paro tras el cierre de la mina en los años 80, se ha convertido en modelo de referencia de transición económica a través de mecanismos de democracia participativa. Han apostado por la bioconstrucción, la rehabilitaciónf ecoeficiente, por la autosufiencia energética con renovables, por el transporte sostenible y por las empresas de reciclaje de materiales, al tiempo que han impulsado la equidad creando oportunidades para las mujeres en igualdad de condiciones. Para impulsar este cambio han apostado por la formación y la investigación y han creado viveros de ecoempresas. ¿Es necesario volver a recorrer un camino de desarrollo fallido? ¿Estamos condenados a no aprender de los errores? Pido a los grupos parlamentarios andaluces una moratoria en este concurso. Estamos a tiempo de que Aznalcollar sea el referente andaluz en la transición hacia la economía sostenible.
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