Observaciones y aprendizajes de un viajero por Europa Central
agosto 29, 2013 Deja un comentario
Vengo de hacer un largo viaje por Europa Central. Un viaje de distanciamiento, necesario para reordenar las prioridades y las ideas en el quehacer cotidiano. Un viaje para regenerar los niveles de energía y emprender con nuevos bríos lo proyectos en los que uno anda comprometido. Un viaje de aprendizaje. De observar e imaginar, de disparar ideas a partir de lo que uno ve que funciona en otros lugares y le gustaría probar qué tal funcionarían aquí.
Como urbanista implicado en procesos de participación ciudadana y de transición a la sostenibilidad, tenía mucho interés en conocer de primera mano la experiencia del barrio sostenible de Vauban, en Friburgo y, de regreso, conocer Vitoria, capital verde europea en 2012. Tenía interés en ver cómo organizan el espacio público, la accesibilidad y la movilidad las ciudades más avanzadas de Europa. Y, en estos momentos en los que el gobierno frena en seco la transición del modelo energético hacia la sostenibilidad, siendo particularmente beligerante con el autoconsumo de energía renovable, quería ver con mis ojos cómo se está desarrollando ésta en Alemania, dónde el 40% de la energía renovable se produce sobre los tejados de las casas en régimen de autoconsumo.
Hay dos Vauban que se perciben claramente a derecha e izquierda de la avenida principal que une el barrio con la ciudad. El primero fue una iniciativa de autogestión que recicló algunas naves de la antigua base militar de la OTAN y lo convirtió en viviendas colectivas. Sus fachadas se han convertido en un lienzo de expresión plástica y vegetal. El segundo lo compone el barrio diseñado por iniciativa municipal con criterios ecológicos. La arquitectura es moderna, de gran factura, y llama la atención la integración de sus techos solares que en ocasiones se convierten en elementos expresivos y de identidad.
El coche privado puede circular por la avenida principal que vertebra el barrio y concentra la actividad comercial y laboral. Pero la amplia sección de la calle deja el espacio central para el tranvía, tiene amplias aceras a los lados y sendos carriles bici, que son el medio preferido de comunicación de sus habitantes. De hecho la mayoría de los vecinos no ven necesario tener un coche privado y sencillamente no lo tienen. El resto del barrio está articulado con senderos peatonales y para bicis y llama la atención por la profusión de vegetación y por la integración de arroyos y elementos naturales. Es un híbrido de barrio y parque, un barrio parque. Los niños juegan tranquilamente en las calles y en las áreas expresamente diseñadas para juegos con elementos reciclados. El barrio transmite apacibilidad y equilibrio. Es sobre todo un barrio habitable y natural que produce su propia energía. Inspira para la necesaria transformación y regeneración de nuestros barrios.
En realidad toda Friburgo se percibe como una ciudad muy habitable, dónde los paseantes, la bicicleta y el tranvía tienen prioridad en la movilidad y con una gran calidad de espacio público, lleno de verdor en sus calles y que integra como elemento fundamental el río Dreisam, un río de montaña que nace en la Selva Negra y es una lengua de naturaleza dentro de la ciudad. A él acuden los jóvenes a relajarse, relacionarse o para hacer ejercicio en bici o corriendo por sus riveras. De hecho, nuestro primer encuentro con la ciudad, a la que llegamos con calor, fue mezclarnos con quiénes se estaban bañando en el río y relajarnos, luego, leyendo unas novelas a la sombra de un sauce en su orilla, dejando la tarde pasar.
Al atravesar Alemania llama enseguida la atención la profusión de paneles solares en los techos de granjas y en las viviendas rurales y urbanas. A uno se le cae el ánimo a los pies al contrastar lo claro que lo tienen ellos, que no tienen sol, y lo oscuro que lo tiene nuestro gobierno en un país al que le sobra. Llama también poderosamente la atención la vertebración del territorio con caminos peatonales y para bicicletas que transcurren paralelamente a las carreteras. Se puede recorrer todo el valle del Rhin y el apacible Mosela alternando el transporte fluvial, la bicicleta o caminando. De este modo se ha desarrollado una sinergia entre turismo fluvial y el cicloturismo de un modo extraordinario, favoreciendo la profusión de instalaciones de hospedería y restauración locales. Un tipo de turismo que disfrutan entusiastamente los propios alemanes y que sirve de atractor a bicituristas y aficionados a los cruceros fluviales de todos los rincones de Europa. Uno no puede dejar de pensar en el potencial que para disfrute de andaluces y visitantes tendría el impulso de una estrategia similiar, de sinergia entre turismo fluvial, senderismo y biciturismo siguiendo el Guadalquivir.
Tampoco puede uno dejar de comparar como entienden la navegación por sus ríos los alemanes y contrastarlo con como entienden la navegación por el Guadalquivir la autoridad portuaria de Sevilla, nuestro alcalde, los empresarios y sindicatos mayoritarios y demás fuerzas vivas, que prefieren no escuchar las advertencias del conocimiento científico sobre nuestro río. El Rhin y el Mosela son unas autovías fluviales de barcos de bajo calado por el que se transportan todo tipo de mercancías al tiempo que es un medio de transporte entre poblaciones ribereñas y por el que proliferan los cruceros turísticos. No parece que se les haya ocurrido hacer un plan de dragados sistemáticos para permitir que el mayor crucero del mundo pueda surcarlo. El río articula el territorio y genera actividad económica y empleo de forma distribuida, conservando su carácter natural e identitario. Adaptan los barcos al río y no el río a los barcos como pretenden hacer aquí nuestros ilustrados dirigentes.
Las ciudades europeas, desde las británicas a las alemanas, holandesas o belgas hace tiempo que se han dado cuenta de la interferencia que supone para la vida cotidiana de los residentes, en ciudades de gran atracción turística, la afluencia de autobuses y coches privados de visitantes. Por ello sus anillos de circunvalación cuentan con instalaciones de aparcamiento+transporte, Park and Ride, a precio muy económico cuando no gratuito. Teniendo en cuenta el carácter metropolitano de las ciudades andaluzas, un sistema similar es de interés para evitar la invasión cotidiana de unas ciudades, ya de por si saturadas de coches, por los automóviles de los visitantes o de los trabajadores que viven en las urbanizaciones residenciales. En Sevilla nuestro alcalde, en cambio, contra el criterio comúnmente aceptado hace décadas por los técnicos y los alcaldes de todo signo político en Europa, sigue pensando que la solución es meter los coches visitantes en el centro histórico en nuevos aparcamientos subterráneos, como el que pretende construir debajo de la Alameda, atascando definitivamente su estrecha red viaria, aumentando las emisiones contaminantes y haciendo más inhabitable la ciudad. Uno piensa que nuestro alcalde o bien viaja poco o bien no le aprovechan los viajes que hace fuera de España. Aunque no es preciso salir de España para encontrar buenas prácticas estimulantes. Zoido debería pasar una semana de sus vacaciones en Vitoria. Junto con la construcción del anillo verde, envidiable, que ha mejorado las condiciones sociales y ambientales de la periferia de la ciudad, dotándola de una extraordinaria red de paseos saludables y naturales, toda la ciudad ha ganado en habitabilidad por la combinación de transporte público eficiente de superficie y una inteligente reordenación de la red viaria que ha reconvertido calles secundarias, prescindibles para el tráfico, en espacios públicos dónde pasear, jugar, descansar y relacionarse. Algunos pasos significativos ya hemos dado en esa dirección. No podemos permitirnos dar marcha atrás. La clave en la transición hacia la sostenibilidad está en darse cuenta de que es un proceso hacia una forma más sabia de vivir que aumenta nuestra calidad de vida al tiempo que avanzamos hacia el equilibrio con la naturaleza. Aprendamos de las buenas prácticas y apliquémoslas en nuestros barrios, pueblos y ciudades.
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