De la abstención como protesta al voto masivo alternativo en las urnas


quicapglo
Hace tiempo que tengo pendiente escribir unas breves reflexiones sobre el polémico libro de José Manuel Naredo, Europa y las elecciones europeas: la abstención como protesta. Y hoy me llega al correo una invitación a asistir al debate que seguirá a la presentación del libro en Sevilla el próximo día 22 de mayo. Lamentablemente no podré asistir al mismo. Y lo lamento porque me encantaría discutir este tema con las personas que van a estar en la mesa y las que admiro pese a que creo que en esto están equivocados de dirección justamente 180º.
Lo voy a hacer desde mi experiencia durante años como activista del voto en blanco y de la abstención como protesta.
Hace ya tres años que pasé de la indignación a la organización para reiniciar la democracia desde las instituciones y crear espacios de democracia participativa desde los que poder gestionar en beneficio de la sociedad, y en equilibrio con la naturaleza, la crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos. No se puede estar indefinidamente en contra del sistema esperando a ver si llega el cataclismo que acabe con él, como probablemente ocurrirá. Hay un momento en que tienes que tomar la iniciativa y dedicar tu tiempo, tu capacidad de pensamiento, de emoción y de acción a tratar de movilizar a los indignados hacia un proyecto transformador, también desde las instituciones, porque ese cataclismo, si se produce, puede acarrear millones de víctimas. Yo di ese paso en primavera de 2011 después de leer en el Cabo de Gata el último libro de Ramón Fernández Durán, su libro testamento. La Quiebra del capitalismo globlal: 2004-2030. Ramón, que fue un activista enredante, entusiasmante y contagioso toda su vida, nos llamaba a tomar las instuciones para tratar de mitigar y corregir los efectos devastadores de esta quiebra. En esta línea está extendiéndose por Europa el movimiento de ciudades en transición. Y plasmar esas iniciativas en propuestas políticas es mi próximo objetivo para las municipales.

Y este libro de Naredo va en dirección opuesta a estos esfuerzos: por tanto mis admirados José Manuel Naredo, Manuel Delgado e Isodoro Moreno, con quiénes comparto en casi el 100% el análisis crítico sobre la podredumbre de la democracia actual, servil al poder económico, y sus nefastas consecuencias sociales y ambientales, están objetivamente en frente de quiénes tratamos de cambiar las cosas desde las instituciones, restando con su energía desmovilizadora a través de las urnas nuestra energía transformadora a través de las urnas. Si compañeros de causa, como lo somos, trabajamos unos para intentar cambiar las cosas de las instituciones y otros para que no tengamos oportunidad de hacerlo, creo que podemos afirmar que nuestros respectivos esfuerzos, lejos de sumarse, se restan. Con su estrategia de campaña activa por la abstención contribuyen objetivamente a que la composición de fuerzas favorezca a quiénes están con el poder establecido, y su injusticia social y ambiental, aunque pretendan lo contrario. En el manifiesto que acompaña la convocatoria del acto, nos dicen que pretender cambiar Europa desde el parlamento es una quimera. Y que quiénes lo intentamos seguimos por tanto una quimera. ¿Cómo es posible que partiendo de un mismo diagnóstico sobre la falta de democracia real en las instituciones europeas unos apostemos por organizarnos para intentar cambiarlas, presentando candidaturas que tienen por objeto iniciar un proceso constituyente, y otros se organicen para hacer campaña activa por la abstención?
Es obvio que hay que darle la vuelta del revés a una democracia dominada por el poder económico y financiero. ¿Pero cómo? El voto en blanco y la abstención favorecen los intereses del poder económico y político al que basta una legitimidad formal, cada vez más formal, para subsistir. Europa convive perfectamente con tasas de abstención altísisimas. Es más, esta Europa necesita tasas de abstención altísimas para seguir funcionando al margen de los intereses de la ciudadanía. Hoy no votar o votar en blanco favorece objetivamente al bipartidismo funcional al poder económico. Y es curioso que los extremos se tocan en esto, una vez más. Desde una crítica al poder se hace campaña a favor de los intereses del poder.
En esto me voy a apoyar en la reflexión-exortación de Ramón Fernández Durán en su testamento político. Después de analizar con precisión de cirujano la situación de quiebra del capitalismo y de catástrofe a la que nos vemos abocados, después de expresar que el objeto de su libro es «es no quedar atrapados por el Presente, pero tampoco por el miedo paralizante hacia el Futuro, sino poder imaginar y soñar otros futuros, otros mundos posibles, y qué es preciso hacer para poder llegar a ellos, generando al mismo tiempo ilusión», se pregunta:
«¿Qué actitud adoptamos respecto a las instituciones estatales? … cabría preguntarse si ese campo, el del Estado, lo damos ya totalmente por perdido, ante su intenso sometimiento al poder financiero-corporativo, especialmente en los escalones más altos y centrales del poder, y la desafección política que se dispara. Sin embargo, pensamos que no hay que dar ningún campo por perdido, sobre todo allí donde aún perviven restos de conquistas democráticas y sociales... En el próximo futuro, no ceder ningún espacio mínimamente democrático tendrá una importancia crucial para que la deriva autoritaria, o hasta totalitaria, no sea aún más profunda de lo que se prevé». 
Ese posicionamiento está en las antípodas del que plantean Naredo, Delgado y Moreno cuando nos llaman a abandonar este espacio democrático, por muy limitado y precisado de cambio que pueda estar. Si no hubiera ninguna opción política planteando reiniciar la democracia, avanzar hacia una democracia participativa de ciudadanos y ciudadanas bien informados, con proyectos de futuro basados en la justicia social y ambiental, sería comprensible el gesto estético-ético de la abstención como protesta. Pero las hay y ellos lo saben. Y ese gesto políticamente sirve a los intereses opuestos a los que pretende servir. Una vez pasada la semana electoral, en la que se comentará la desafección de la ciudadanía por Europa, lo que quedará durante los siguientes cinco años será un parlamento en el que gran parte de los descontentos habrán desaprovechado la oportunidad de ocupar un espacio en el parlamento, absteniéndose. Y así se refuerzan a los partidos del poder y debilitan a los partidos que quieren democratizar el poder, dar poder efectivo a la ciudadanía. Dado que hoy en día hay varias opciones alternativas que se presentan a estas elecciones con propuestas para dar la vuelta a la situación cambiando las reglas de juego, considero no ya sólo equivocado el planteamiento, sino que es desleal para quiénes contra viento y marea dedicamos nuestro tiempo y nuestras energías a querer transformar la realidad también desde las instituciones. Cada voto desperdiciado con la abstención que provenga de alguien informado y crítico es un voto perdido para la causa transformadora. Si el 25M gana la abstención, el proyecto europeo seguirá su rumbo. PP y PSOE habrán perdido varios millones de votos pero no se habrán canalizado hacia proyectos alternativos y por tanto estos seguirán siendo testimoniales. PP y PSOE seguirán coincidiendo en el 75% de las votaciones, seguirán impidiendo comisiones de investigación para saber la verdad sobre el déficit de tarifa, seguirán oponiéndose a que se haga una auditoría de la deuda y esta seguirá atenazándonos. Seguirán negociando con pactos  de silencio tratados como el de Libre Comercio que cercena aún más la capacidad democrática de hacer políticas sociales y ambientales, bajo el argumento de que atentan contra la libre competencia. Seguirán cambiando la constitución por exigencia de los mercados financieros cuándo sean presionados para ello…
El mensaje que habría que transmitir es el opuesto al que defiende Naredo: votar masivamente en las urnas a opciones que quieren cambiar las reglas de juego. La buena noticia es que hay varias a elegir. Son poco conocidas porque la democracia limitada que tenemos apenas deja espacio para que se difundan. Por ello resulta tan desalentador que quiénes las conocen, como son los tres autores citados, contribuyan a silenciarlas o las desprecien por testimoniales. Como dice Edgar Morin toda iniciativa innovadora y transformadora es inicialmente marginal y minoritaria. Pero si acierta en sus propuestas y estrategias tiene en sí la semilla que le permite desarrollarse y fortalecerse hasta convertirse en árbol que cobija, en nuevo paradigma de democracia. Me resulta irresponsable adoptar ante cualquier brote verde, económico, social o político la actitud prepotente de pisarlo por su debilidad. No darle la oportunidad de crecer. En esto los extremos coinciden una vez más en sus intereses. Los poderosos porque no quieren que emerjan relatos alternativos, los que piensan que cuánto peor mejor, porque piensan que quiénes tratan de evitar la catástrofe interfieren en su estrategia.
Para finalizar, no me queda más que llamar a cualquier indeciso a hacer el esfuerzo de informarse de las alternativas emergentes y llamarlos a votar la que sea más afín a sus ideas. Es demasiado lo que nos jugamos. Tenemos la oportunidad histórica en estos momentos en que se agrieta el bipartidismo que nos ha llevado a esta situación. Si además de cambiar las reglas de juego para implantar una democracia real quieres cambiar el modelo económico, como Naredo defiende, para que la economía entre dentro de los límites del planeta y sus recursos finitos, para que los recursos sean distribuidos equitativamente, hay al menos una opción cuya seña de identidad está inequívocamente ubicada en ese espacio. Y es Equo, que como parte del Partido Verde Europeo plantea como condición necesaria y previa, a un giro copernicano de la economía y las políticas sociales, un proceso constituyente para Europa: de abajo a arriba, protagonizado por la ciudadanía y no por la Europa de los mercaderes. Equo ha sido copromotor de la candidatura Primavera Europea que se declara europeísta insumisa. No es euroescéptica ni euroingénua. El Partido Verde Europeo llama a una gran alianza para democratizar Europa, y es la cuarta fuerza política. Seguro que va a contar para ello con el apoyo del grupo de izquierda unitaria. Cuántos más diputados tengan ambos grupos más fuerza tendrá una iniciativa que se va a plantear en esta próxima legislatura.
Si la abstención se movilizara y llenáramos el parlamento con candidatas y candidatos alternativos, podríamos empezar a pensar en que es posible cambiar Europa. Y necesitamos hacerlo. Sólo podemos combatir problemas globales, como  el cambio climático, los paraísos fiscales, la economía de casino desde Europa como mínimo. Construir Europa es un paso necesario para construir un parlamento mundial que sustente un gobierno mundial para gobernar la mundialización. Y eso es urgente. La solución no es independizar Andalucía o Cataluña de España y España de Europa. Va en el sentido opuesto: federar por niveles sucesivos desde el municipio al planeta.
Todo esto me gustaría discutir, pero lamentablemente he aceptado asistir a un debate sobre Europa en la UPO ese mismo día a esa misma hora. Otra vez será: vota, en conciencia vota por cambiar las reglas de juego. Moviliza el voto alternativo.
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Acerca de estebandemanueljerez
Profesor e investigador en la acción por el Derecho a la Ciudad. Me emergen ensayos y relatos, de tarde en tarde poemas. Trabajo como profesor en la Universidad de Sevilla y colaboro con el Taller Ecosocial.

2 Responses to De la abstención como protesta al voto masivo alternativo en las urnas

  1. Rebell Grinsen says:

    En primer lugar, no es digno confundir las actitudes desmovilizadoras con la utilización o no de determinadas y ciertas instituciones. Desmovilizar a la postre es anular las conciencias, en cambio una campaña de abstención activa es todo lo contrario, es llamar a una profunda reflexión y a analizar la institución concreta para la q nos piden el voto, su funcionamiento y su trascendencia histórica.
    En segundo lugar, respecto a la afirmación «No se puede estar indefinidamente en contra del sistema esperando a ver si llega el cataclismo que acabe con él, como probablemente ocurrirá. Hay un momento en que tienes que tomar la iniciativa y dedicar tu tiempo (…) a tratar de movilizar a los indignados hacia un proyecto transformador, también desde las instituciones» es reveladora de lugar y prioridad que se da a la lucha institucional, frente a la lucha de masas o a la creación de espacios culturales y económicos contrahegemónicos. No hay que esperar a ningún cataclismo, simplemente hay que comenzar a subvertir las relaciones de dominación, algo que en cualquier Estado, como se ha comprobado históricamente, apenas se lograra con el control del Parlamento y del Gobierno sino más bien de la acumulación de fuerzas y generando poderes contrahegemónicos en todos los ámbitos.
    Por último, tu posición nace de confundir UE con un Estado constitucional y democrático. En efecto, el autor q citas se refiere a un Estado, por lo que, en nuestra órbita cultural, al día de hoy se sobreentiende basado en los principios de soberanía popular y división de poderes, principios que no concurren en la configuración jurídico-política de la UE, en la que los que tu llamas «Parlamento europeo» carece de potestad legislativa, no elige al Gobierno ni tiene facultades para controlar su ejercicio. En consecuencia, llamas al voto contrariando las conquistas hasta ahora alcanzadas en cuanto a derechos políticos y garantías democráticas. Es más, mientras que en Latinoamérica, se avanza en la profundización de tales derechos y garantías, en Europa a través de los 27 Estados que forman la UE se retrocede.
    En definitiva, acusar de desmovilizadores a aquellos que incentivan la abstención activa y llamar al voto a la gente mientras no se les explica que con el mismo legitiman unas instituciones vulneradoras de las garantías constitucionales y democráticas más elementales para permitir la lucha pacífica, es cuanto menos demagógico.
    Otra cuestión, no menos importante es cuándo comenzamos con la transformación y la movilización frente a la denominada «crisis civilizatoria», ¿una vez concurra ese «poder» institucional?. Personalmente entiendo que las prácticas de lucha y emancipadoras comienzan desde la cotidianeidad de nuestros propios actos por lo que creerse la legitimidad democrática de la UE y que el malintencionadamente denominado «Parlamento europeo» tiene capacidad de virar el rumbo de la UE y el hecho de ir a votar significan acciones que apoyan y respaldan la hegemonía capitalista.
    Un saludo y más responsabilidad ante la crisis civilizatoria que para algunos sectores sólo representa explotación, sufrimiento, sangre e incluso muerte.
    http://cavilantes.wordpress.com/2014/05/14/elecciones-ue-cuando-la-abstencion-se-vuelve-emancipadora/

    • Gracias por entrar en el debate. Un post no es espacio suficiente, ni el mejor sitio para un debate en profundidad sobre cuál es la mejor estrategia para lograr el objetivo común que compartimos. De ahí parte la reflexión de Ramón Fernández Durán. Llevo dando prioridad a los espacios de transformacion cotidiana desde el año 1984, cuando estudiaba arquitectura. Y sigo haciéndolo día a día en mis estrategias y proyectos docentes e investigadores, como los profesores con los debato y comparto espacio (al menos los sevillanos Manolo Delgado e Isidoro Moreno) en Universidad y Compromiso Social. La gestión de la crisis, girada 180º respecto a la que la orientaría en beneficio de la sociedad y buscando el equilibrio medioambiental, buscando un protagonismo de la política, democrática, real, participativa, de abajo a arriba, que es la que siempre he defendido y en la que trabajo en mi línea de investigación accción participativa, es la que me hace plantearme dar el paso a intentar transformar, además, desde las instituciones. No se trata, desde mi punto de vista, de elegir entre una y otra vía. Se trata de usar las dos retroalimentándose mutuamente. Ciertamente en Europa, o avanzamos hacia un Estado Federal o estamos jugando. Pero con la abstención en estas elecciones no vamos a influir lo más mínimo en producir ese giro. Restamos oportundidades a quiénes, como el Partido Verde Europeo, llaman a poner la cuestión de democratizar Europa como condición previa y necesaria a la posibilidad de dar un giro copernicano al modelo económico, productivo y de consumo. Para que se de la posbilidad de esa retroalimentación positiva está claro que tendremos que seguir dialogando mucho tiempo, porque hoy por hoy, lejos de retroalimentarnos, en las urnas nos anulamos. Salud y energía

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