No tenemos un Planeta B, Sí tenemos un Plan B
junio 5, 2016 2 comentarios
Este 5 de junio es muy especial en España. Es el día del Planeta. Estamos en vísperas de una campaña electoral en la que decidiremos quién debe gobernar, con qué políticas debe hacerlo y cómo. Y hay varias cuestiones en juego al respecto que son centrales para nuestro futuro y que corren el riesgo de quedar ocultas tras la espesa niebla del ruido electoral. Voy a entrar en el tema en diálogo con Juan Torres y Vicenç Navarro, con quiénes comparto buena parte del diagnóstico de por qué hemos llegado a esta crisis económica, social y política y por qué se ha gestionado 180º en sentido contrario al que debía. Tuve la ocasión de disfrutar de la pedagógica lección al respecto que impartió Vicenç Navarro en Sevilla el pasado jueves 2 de junio, en el marco del debate «Los peligros para la democracia en la España Actual». Y como no tuve ocasión de entrar en diálogo con él en persona, lo hago desde aquí, de bloguero a bloguero.
Democracia Real y Derechos
Información, democracia y derechos están íntimamente relacionados. Sin una buena información no hay elementos de juicio para decidir. Los discursos políticos se apoyan en los discursos de opinión generados por los medios de comunicación y los retroalimentan. Y los derechos sociales y políticos están condicionados por las políticas reales. Por eso, en su conferencia el profesor insistió en la necesidad de apoyarnos en datos para desmontar el discurso dominante, el del PODER. Un discurso emitido persistentemente, que nos cae como lluvia desde las antenas de radio, los programas informativos, las tertulias televisivas y radiofónicas, las columnas de opinión, las información sesgada en torno a lo que se considera que es noticia y lo que no lo es. Ese discurso, en la democracia que tenemos, es emitido por medios públicos y privados con intereses que se confunden. Con un «bipartidismo» en torno a dos versiones, soft y hard, de la forma de entender el mundo que es funcional al conglomerado financiero, de grandes corporaciones empresariales, que controla los grandes medios de comunicación. Ese discurso que ocultó con una espesa manta que la crisis comenzó por la explosión de una burbuja financiera alimentada impulsada por los bancos y retroalimentada por las políticas económicas, laborales y fiscales del estado. Esas políticas del consenso neoliberal que preside la mal llamada constitución europea, asumidas tanto por populares como por socialistas. En versión «heavy» los primeros y en versión suavizada los segundos.
La principal amaneza para la democracia en España, hoy como hace cinco años, es que «no hay democracia si gobiernan los mercados». El 15M vino para decirnos que el emperador estaba desnudo. Y sigue estándolo cinco años después, aunque hay una ventana de oportunidad en nuestro pais para que no siga siendo así. Para romper el silencio informativo del poder insistía Vicenç Navarro, se requiere un esfuerzo individual y colectivo desde abajo, de búsqueda de información fiable por canales alternativos y entre las grietas de los medios «oficiales» y de usar la acción del boca a boca, twit a twit, para compartirla y difundirla. En 1986 empecé mi activismo político «ciudadano» asistiendo a asambleas informativas de barrio, en la que deconstruíamos la «realidad» virtual de los mass media y hacíamos aflorar la realidad real: revisando prensa extranjera, nacional, grabando vídeos, editándolos,… Hoy tenemos muchos más medios a nuestro alcance con las redes sociales.
Derechos y Equidad
Vicenç ilustró con datos como el problema de España en cuanto a pérdida de derechos está estrechamente vinculado a nuestro diferencial respecto a la Unión Europea, y a Suecia en particular, en términos de recaudación de impuestos para sustentar servicios públicos esenciales para garantizar el acceso a la educación, la salud y para socializar los cuidados. Recaudamos menos impuestos que nuestros socios, especialmente a los ricos. La consecuencia es que los cuidados que debería asumir el estado acaban recayendo fundamentalmente en las mujeres, como se encargó de señalar Mar Oliver en el debate del jueves y luego de cuantificar Vicenç: el nivel de estrés de nuestras mujeres es cuatro veces superior al de las europeas.
España no es pobre: es pobre nuestro estado porque las políticas neoliberales lo quieren así. La deuda del estado se genera socializando la privada (rescates a los bancos) y reduciendo los ingresos a los ricos, que se han enriquecido con la crisis extrayendo recursos a de los pequeños y medianos empresarios y de las trabajadoras y trabajadores. La solución: subir los impuestos a los ricos hasta ponerlos al nivel de Europa mirando a Suecia como referente. Me remito a los blogs de Vicenç y Juan y a su libro «Hay alternativas» para los detalles de cómo cada recorte podría haber sido evitado si no se hubiesen reducido los impuestos de las corporaciones y los ricos en general.
Dar un sentido redistributivo a la recaudación del estado, garantizando los servicios públicos de calidad e ingresos mínimos a todas las personas. Ese es el sentido de la Renta Básica Universal que Vicenç Navarro no acaba de entender. Cuando fue preguntado por el tema, al oir sus respuestas, me quedé perplejo porque sigue repitiendo desde hace años argumentos que no forman parte de las propuestas sobre renta básica universal que están formuladas y planteadas en España.
Equidad, Economía y Medio Ambiente
Ahora bien, la principal ausencia en el discurso socialdemócrata de Vicenç Navarro para salir de la crisis, recuperando las bases de la democracia y con políticas redistributivas, es la carencia de referencias a la cuestión de los límites de la acción humana sobre el planeta. Para redistribuir hay que crecer y la inversión pública debe ser el motor. Su receta es el New Deal 80 años después. Pero hace 80 años disponíamos de energía barata en abundancia y no se apreciaban significativos impactos en el planeta. El debate de sobre los límites del planeta se inició en los años setenta, hace más de cuarenta años. Y me remito a los datos cuantitativos sobre impacto del hombre en el cambio climático, con niveles de CO2 en la atmósfera: hemos pasado de 280 antes de 1800 a 402 p.p.m. de CO2 en la atmósfera, el doble de las que provocaron la última glaciación. ¿Cómo crecer el P.I.B. decreciendo los niveles de CO2 en la atmósfera? Esa es una pregunta ausente en el discurso del profesor Navarro. La Huella ecológica global es hoy 1.5 veces la capacidad bioproductiva del planeta. La de España, de generalizarse, nos llevaría a necesitar 3 planetas. Pero no tenemos Planeta B, ni C. ¿Cómo generar empleo en España reduciendo nuestra huella ecológica? Esa respuesta no está en el blog de Navarro. El ritmo de desaparición de especies provocado por la acción del hombre se ha multiplicado por 400. Este hecho, sumado a los profundos cambios en la composición de la atmósfera están dando lugar al antropoceno, un nueva era geológica.
¿Cómo se puede hoy proponer una salida a la crisis ignorando qué hemos superado el pico del petróleo y, por tanto, que nos enfrentamos a una crisis energética? Una crisis que en 2030 estrangulará la economía global ¿Cómo se puede proponer crecimiento en la inversión pública sin explicar cómo se puede incrementar el P.I.B. reduciendo la huella ecológica? Sencillamente no se puede. El diagnóstico de Navarro es certero, pero incompleto. Carece de elementos esenciales para formular un plan económico para la salida de la crisis sistémica y civilizatoria. Es insuficiente para evitar el colapso anunciado del productivismo, en versión capitalismo salvaje o socialdemócrata a la vieja usanza.
Pero sobre su plan, el plan de la vieja socialdemocracia, se puede trazar un verdadero Plan B, el de la ecología política.
Tenemos un Plan B
El Plan B existe y está en el debate desde hace décadas: El Green New Deal como estrategia para cambiar el modelo productivo hacia una economía en equilibrio con la naturaleza y orientada al bien común. Ayer día 4 celebramos el quinto aniversario de la constitución de Equo que en estos años ha logrado constituirse en el referente de la ecología política en España.
En Equo tenemos un Plan B que proponemos a nuestros socios de Unidos Podemos. Porque es necesaria la unidad, pero es necesario incluir en el corazón de nuestras políticas económicas el cambio de modelo productivo hacia una economía circular. Un plan capaz de reducir la huella de carbono reduciendo rápidamente la quema de combustibles fósiles inherente al modelo de transporte y de producción de electricidad que tenemos. Un modelo que vuelva a la economía local como base del abastecimiento de las necesidades de la población, redistribuyendo el empleo que hoy se concentra en la fábrica global China. Un modelo que asegure la disponibilidad de agua no contaminada para el consumo humano, de aire puro para respirar que no nos provoque enfermedades, que nos asegure la provisión de alimentos saludables. Todo ello implica tomar decisiones, priorizar lo local sobre lo global, los alimentos agroecológicos sobre los de la industria química alimentaria. Las energías renovables sobre la nuclear y la fósil. La movilidad activa y en transporte público en nuestras ciudades sobre las infraestructuras para el coche.
El reto de Equo es lograr que este debate emerja como central en la ola de cambio que hemos activado en España. Tenemos que unir fuerzas en las instituciones, en la calle, en nuestros lugares de trabajo, para hacer posible un equilibrio de fuerzas que permita una democracia real. Y tenemos que unir fuerzas para impulsar rápidamente otro modelo productivo y otros valores sobre los que fundar la convivencia, basados en el respeto a la diversidad, la equidad y la cooperación, que coloque el equilibrio y el respeto de la naturaleza en el corazón de las políticas.
Me parece muy coherente y lógico el razonamiento de compromiso social y medioambiental universitario frente a la crisis socioeconómica y financiera del momento. Pero tengo serias dudas sobre las alianzas tácticas que, hasta el presente, me vienen defraudando… Ante las próximas elecciones casi se pregunta uno cuál pueda ser el mal menor… ¡Una pena! No me parece que haya un proyecto coherente en positivo. Se piensa demasiado en las otras fuerzas o en uno mismo (de modo autocomplaciente o ególatra) y en acaparar poder al precio que sea… Difícil llegar a la democracia real por ese camino.
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