Sobre los retos de la Agenda Urbana Mundial
noviembre 16, 2016 Deja un comentario
Cualquier profesional que se enfrentado a un proyecto de cooperación al desarrollo en hábitat social sabe que necesita cambiar su mirada y adquirir herramientas no adquiridas durante el grado. Si es arquitecto en seguida comprenderá que va a necesitar algo más que habilidades para diseñar objetos. El diseño de procesos será determinante. Procesos en los que tendrá que colaborar con una gran variedad de agentes, institucionales, populares y profesionales de distintas áreas. También se habrá enfrentado a la necesidad de repensar las técnicas y tecnologías que usa. En el marco del subprograma “Vivienda de Interés Social” del programa de cooperación latinoamericano CYTED hemos escrito y debatido mucho sobre la cuestión de las tecnologías apropiadas y apropiables, duras y blandas (sociales). Y aquellos que hemos trabajado en cooperación internacional al desarrollo hemos tenido la experiencia de aprender conocimientos y metodologías que nos son útiles para intervenir en cooperación al desarrollo local. Hemos aprendido de la práctica propia y de la de otros colegas. Durante las últimas décadas se ha producido un vivo intercambio de conocimientos y experiencias entre profesionales y movimientos sociales “viviendistas” de América Latina y la península ibérica, completado en nuestro caso con Marruecos. Y hemos compartido la convicción de que es preciso crear espacios de formación en grado y en postgrado para transmitir los conocimientos y los métodos que precisan los profesionales que van a intervenir en circunstancias complejas de hábitat, con escasez de recursos, con conflictos de intereses en juego, como ocurre en situaciones de precariedad y pobreza. Pero como ocurre también en cualquier contexto, de los que consideramos desarrollados, y que precisan afrontar procesos de crisis, de colapso o de prevención de situaciones críticas y de colapso. En realidad toda la civilización se encuentra al borde hoy del colapso y por tanto toda ella está expuesta y necesitada de emprender procesos sociales de cambio o de adaptación a los cambios.
La reciente cumbre mundial Hábitat III de Quito, con la elaboración de la Agenda Urbana, ha sido una buena ocasión para tomar el pulso al consenso internacional logrado sobre cuáles son los retos que han de afrontar las ciudades y el conjunto de los asentamientos humanos en los próximos veinte años. La principal novedad es la emergencia del desarrollo urbano sostenible como tema central, alineado con la Agenda 2030 y los objetivos del Desarrollo Sostenible. Y la principal amenaza a sortear ha sido la pretensión de sacar de la agenda el derecho a la ciudad, algo que se evitó in extremis. Ambos conceptos, interrelacionados, siguen siendo no obstante problemáticos en tanto su interpretación y aplicación concreta pueden conducir a caminos divergentes.
La Agenda Urbana inaugura “un nuevo paradigma urbano en donde la urbanización se considera como motor de desarrollo y generación de valor” (HABITAT III Quito. Gobierno Nacional de la República del Ecuador, 2016). Y puede serlo pero a condición de que problematicemos y demos la vuelta al concepto dominante de desarrollo, hoy inseparablemente unido al de crecimiento.
Cuanto más tomamos conciencia de los gigantescos retos que plantea Hábitat III para los próximos veinte años a nivel mundial, que son sociales y ambientales, más claramente aparece el derecho a la ciudad como motor del cambio de paradigma de desarrollo que tenemos que lograr para afrontar esos retos con esperanza de éxito. El derecho a la ciudad es un derecho político: el derecho a sentirse incluido en la ciudad y el derecho a sentirse partícipe de la necesaria transformación de la ciudad. Transformación que en los próximos años habrá de afrontar simultáneamente el reto de la inclusión social de todos sus habitantes, generando condiciones de equidad, con el reto de la reducción de la huella ecológica, a través del re-acoplamiento de la ciudad a los recursos de su territorio.
Tenemos que proveer de vivienda y ciudad dentro de los límites de recursos energéticos, de agua y de materiales que puede proveer el planeta y dentro de sus límites para absorber sus residuos. La reducción de la huella de carbono aparece como un reto capital para detener el cambio climático. Esto pone en la agenda de las ciudades la necesidad de elaborar estrategias de desarrollo urbano sostenible integrado como las que está impulsando Europa para el periodo 2014-2020 y que en estos momentos se están implementando en España. Estrategias participativas que tendrán éxito en la medida en que logren implicar a múltiples agentes sociales y económicos, con impulso político y asesoría técnica en estos procesos. Estas estrategias tendrán sus propios desarrollos en planes de vivienda, de urbanismo, de movilidad sostenible, en Planes de Acción por el Clima y de Energía Sostenible, de Desarrollo de la Economía Local y de impulso de la cohesión social y la participación ciudadana.
El primer reto de las ciudades pues pasa por relocalizar la economía para reducir el flujo de mercancías a límites posibles. Cuando hablamos de que las ciudades tienen que reactivar su economía local estamos planteando el reto social de generar empleos para sus habitantes produciendo en gran medida lo que sus habitantes necesitan, activando los recursos de todo tipo de los que disponen. La reducción del consumo de energía, mediante reducción de la energía consumida en la producción de bienes y servicios, en transporte y movilidad, y en acondicionamiento de edificios, es condición necesaria para que sea posible abastecer la demanda de energía con renovables, las únicas que tendremos a medio y largo plazo y las únicas que pueden detener el cambio climático.
El primer paso para hacer efectivo el proceso de relocalización conduce a volver establecer una relación estrecha entre los asentamientos urbanos y la agricultura. Los alimentos de km 0 emergen como vía de solución en un contexto en el que, en España, los alimentos recorren una media de 4.000 km hasta llegar a la despensa de los hogares. Es necesario y posible reducir drásticamente esa distancia y al hacerlo estaremos generando oportunidades de vida a nuestros agricultores urbanos y creando redes sociales a través de los huertos de ocio y autoconsumo. La soberanía alimentaria es otro eje claro del cambio de paradigma de desarrollo y está ya reconfigurando espacialmente las ciudades que están apostando por ello.
El segundo paso es reactivar la industria, la artesanía y el comercio local priorizando aquellos sectores vinculados a recursos territoriales. Los planes de desarrollo local serán la herramienta para impulsar las economías locales.
En ese marco de cambio de paradigma de desarrollo, decrecentista de la huella ecológica, tenemos que lograr los objetivos de inclusión y cohesión social. Empleo y vivienda son hoy el binomio que es necesario conjugar para lograr las condiciones de la emancipación y la inclusión social. Resolver el problema de la vivienda en países cuya dinámica es migratoria, de crecimiento de las ciudades, pasa por anticiparse en la planificación y producción progresiva de la ciudad. En contextos como el español que ha producido un gigantesco excedente de viviendas, pasa en cambio por redefinir las políticas de vivienda para orientarlas hacia la activación y gestión de las viviendas vacías y hacia la rehabilitación eficiente de viviendas y barrios. Ese el marco desde el que elaborar la nueva generación de planes de vivienda desde la escala municipal a la autonómica.
Todos estos elementos de la agenda urbana vemos que tocan múltiples sectores de la administración pública, a distintas escalas, e implican a múltiples actores y una gran variedad de disciplinas. El reto desde el punto de vista profesional pasa por aprender a pensar de forma global, compleja, desde cada campo de actividad, y de ser capaces de gestionar procesos inter-agentes, inter-disciplinarios e inter-sectoriales. Y eso requiere un reciclaje profesional y por tanto formación. Ese es el reto que queremos asumir con este curso. ¿Pero cómo lograrlo y cómo hacerlo en un tiempo lo más reducido posible?
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