
A duras penas me levanté del asiento del autocar lanzadera que la organización dispuso para traernos del estadio al parlamento. Las piernas y las articulaciones trituradas. Pero el corazón feliz. Entré por el arco de la Macarena a San Luis. Como hacía calor iba tal y como había cruzado la meta, eso sí, con la medalla de Finisher colgada, orgullosa, del cuello. Me gusta entrar por la calle Pozo. Su trazado en curva, su sección estrecha, su luz, el colorido del caserío popular intacto, le dan un especial encanto. Un vecino, al verme con la medalla se confundió: ¡te han dado una medalla! ¿en qué puesto has quedado? ¿quién ha ganado la carrera? ¿cuánto has tardado? ¿Cuánto ha tardado el campeón? Uff, ni idea, lo veré al llegar a casa. Esta medalla nos la dan a todos los que logramos terminar la carrera. Yo he tardado 4h 3 min. Imagino que el primero habrá bajado de 2h 10 minutos. Luego supe que Kosmas Kiplino Lagat volvió a batir el record que ya batió hace dos años. Lo hizo en 2 horas, 8 minutos, 14 segundos. Debe ser de Marte. ¡A veinte kilómetros por hora dos horas y pico seguidas! Y que Carles Castillejo fue segundo, con una extraordinaria marca y que por tanto esta será su penúltima competición. Lo veremos en Río.
Definitivamente hay dos carreras en la Zurich Maratón de Sevilla. Un puñado de atletas elegidos pelean por ganar la carrera, el campeonato de España, por lograr plaza en las Olimpiadas. Luego está la otra carrera, la del resto hasta completar los trece mil. Una corredora lo expresaba en su camiseta: Yo no quiero ir a las Olimpiadas, sólo quiero llegar a la meta. Y son varios meses de entrenamiento perseverantes los necesarios para poder conseguirlo. Y una fortaleza mental que todo el mundo te avisa has de tener pero que sólo compruebas lo que significa cuándo pasas el kilómetro 30. Leer más de esta entrada
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.