Tres respuestas antagonistas a la crisis socioecológica

Empieza a abrirse camino la idea de que estamos en emergencia climática, ante las aplastantes evidencias científicas y las conclusiones presentadas por los expertos en clima de la ONU. Su informe de 2018, Calentamiento Global de 1,5ºC, nos advierten de que es preciso tomar medidas urgentes y de una ambición sin precedentes, de aquí a 2030, para no superar este límite. Las consecuencias de no hacerlo son destructivas para ecososistemas básicos para el mantenimiento de la vida y nos llevarían a un punto de no retorno de consecuencias catastróficas. No es catastrofismo. No nos dicen que vamos irremediablemente hacia la catástrofe. Pero advierten que necesitamos un cambio disruptivo en las formas de producir y consumir, movernos, alimentarnos, ordenar las ciudades y el territorio. Y eso implica un giro de objetivos y de formas de pensar y de ordenar nuestros valores. Con la inercia de las últimas cuatro décadas, manteniendo la hoja de ruta actual ampliamente consensuada por la comunidad internacional y por partidos y sindicatos, no es posible lograr el objetivo. Pero no podemos cerrar la puerta a que se produzca un cambio en la percepción del riesgo por parte de la sociedad que haga posible ese giro que parece altamente improbable. No todo el mundo lo ve igual, lógicamente. Hay visiones optimistas, hay visiones pesimistas y hay visiones esperanzadas.  También hay visiones que niegan el problema: el capitalismo sucio exitoso de Trump y compañía y el anticapitalismo productivista.

1/ La visión optimista del capitalismo verde.

Para esta visión, fundada en el mito tecnológico, el libre mercado autorregulado resolverá la crisis ecológica. El pacto que lo hará posible se llama Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo principal es el crecimiento económico, piedra angular de los demás.

Centra su atención en la transición energética. Basta sustituir la dependencia de energía fósil por energías renovables. Las grandes empresas lo resolverán con gigantescos parques termosolares ubicados en los desiertos, como los pioneros que tenemos en Écija y Sanlúcar La Mayor. Resuelve la producción de alimentos con su biotecnología de transgénicos adaptados al cambio climático de la mano de Monsanto y compañía. El transporte sostenible se resuelve sustituyendo coches movidos por petróleo por los mismos coches movidos por electricidad generada por energías renovables.  La cultura del usar y tirar la cambiarán las empresas que apuestan por la economía circular sin necesidad de que nos preocupemos de cambiar nuestros hábitos de consumo. Es atractivo tanto para la derecha como para la izquierda que se ponen de acuerdo en municipios y gobiernos para avanzar por esa senda. El crecimiento económico con empleos decentes los une en el OBJETIVO 7. No se concibe ninguna economía que pueda satisfacer las necesidades humanas sin parar de crecer.

Esta forma de pensar choca sin embargo con algo tan de sentido común como que vivimos en un planeta finito, con recursos no renovables finitos y recursos renovables que no podemos explotar por encima de su capacidad de reproducción. Es una vía muerta hacia el futuro porque ya ha chocado con sus límites y ya no puede seguir creciendo. Acelera el colapso económico y social. En esta vía, a nivel político, se puede elegir entre la derecha conservadora-liberal del PP y la liberal de ciudadanos, y entre la izquierda social-liberal del PSOE y la izquierda socialdemócrata reformista de UNIDAS PODEMOS. En el eje igualdad-desigualdad, mercado-estado, dirimen sus ofertas dentro del marco del crecimiento, con más o menos proporción de mercado y de estado, con más o menos reparto de la riqueza generada. Hasta la próxima crisis económica, ya en puertas.

2/ la visión pesimista del anticapitalismo ecosocial

Es una visión bien informada. El capitalismo necesita crecer y acumular para justificar resultados ante sus accionistas. Su lógica de crecimiento de la desigualdad es implacable y lo será aún más conforme vayan menguando los recursos. La crisis ecológica la ha producido el capitalismo, para resolver la crisis ecológica hay que acabar con el capitalismo. Ya es tarde para una agenda de desarrollo sostenible. El colapso es inevitable. Tiene una versión comunista que sólo es anti y centra su atención en el conflicto social y hay una versión alter, que propone trabajar en alternativas sociales y económicas desde abajo que creen comunidades resilientes.

No hay posibilidad de volver a un estado de bienestar porque ya no disponemos de los recursos para ello. El capitalismo está condenado a crecer y no es posible desacoplar el crecimiento económico del crecimiento del consumo de recursos no renovables. No hay recursos para sustituir una sociedad en crecimiento basada en energías fósiles de alto rendimiento por energías renovables de bajo rendimiento y muy dependientes. No hay recursos para mantener el modelo agroindustrial de la Revolución Verde ni de la cuarta revolución industrial. No hay recursos para sustituir el modelo de transporte basado en el coche de motor de combustión por el de motor eléctrico. No hay recursos para una economía circular que siga creciendo

Si se analizan las gráficas de crecimiento del PIB y del crecimiento de las emisiones de CO2 se ve que no es posible reducir las emisiones sólo cambiando rápidamente las energías fósiles por renovables. Si se analizan las gráficas de extracción de recursos fósiles, de uranio, de fosfato, de cobre, no hay margen para seguir creciendo.  La solución es acabar por el capitalismo y la vía la revolución. Sin embargo, son conscientes de que esa vía no es posible a tiempo y por eso anuncian el inevitable colapso y nos invitan a prepararnos para él.

Es una vía antipolítica: no confía en que se puedan impulsar políticas públicas de transición que partiendo del capitalismo nos lleven a un post capitalismo. Esa preparación para el colapso va de la mano de impulsar alternativas desde la sociedad de manera colectiva: energéticas, alimentarias, de vivienda, a través de cooperativas. A modo de monasterios medievales las ecoaldeas y las iniciativas urbanitas creadoras de bienes comunes, tendrán alguna posibilidad de iniciar una nueva civilización tras el colapso de la civilización industrial. Pero el mundo en el que lo harán será inhabitable dado que no va a ser posible detener el cambio climático dentro de unos límites de seguridad. No es posible hacerlo desde la política institucional ni tampoco se espera una revolución. La historia sin embargo nos enseña que los cambios de sistemas económicos no son rápidos. Desde luego no se producen en una década, que es el tiempo de reacción que tenemos.

Este discurso es atractivo a una minoría ilustrada activistas de resistencia. Estéticamente es irreprochable. Pero, ¿nos podemos permitir quedarnos contemplando como llega el colapso para decir en 2030, teníamos razón? Me genera muchas dudas desde la ética política.

3/ La visión esperanzada en la transición ecosocial hacia sociedades postcapitalistas

Comparte con la anterior lo fundamental del análisis, pero adopta una estrategia diferente, de síntesis, que apuesta decididamente por las políticas públicas de transición hacia una sociedad post capitalista. Es necesario llegar a las instituciones y llegar a acuerdos de gobierno que nos permitan frenar a tiempo y potenciar el cambio socioecológico, iniciado desde abajo, que ya está creando alternativas post capitalistas. Las palabras que usa para nombrarlas están sujetas a disputa con el capitalismo verde, que se las apropia y reconduce rápidamente. El Green New Deal que propugna esta vía, el Nuevo Contrato Social Ecológico o Desarrollo sostenible fuerte, es decrecentista frente al crecentista. Propone un pacto por Objetivos de Decrecimiento Sostenible, frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El decrecimiento, de extracción de recursos y de emisión de residuos como vía para lograr un equilibrio que permita satisfacer las necesidades humanas presentes y futuras es el camino. El PIB no es un indicador válido. Es la reducción de la Huella Ecológica, hoy globlamente 1,6 veces superior a la capacidad de recuperación del planeta, el indicador que nos debe orientar en el camino. Unido a indicadores de Desarrollo Humano: de esperanza de vida, de salud, de educación, de democracia participativa, de equidad en el reparto de la riqueza socialmente producida, de igualdad entre hombres y mujeres en poder de decisión, económico y de reparto de trabajos productivos y de cuidados. Crecimiento en valores de solidaridad, autocontención, compasión, sororidad y fraternidad, justicia social, igualdad. Decrecimiento en valores competitivos, egocéntricos, antropocéntricos, autodestructivos.

Esta vía promueve un gran pacto social para la transición socioecológica, fundado en la pedagogía social, que busca escalar soluciones de economía social combinadas con políticas públicas potentes. Es la vía de los Verdes. A esta vía los anticapis la llaman capitalismo verde pero no es así, aunque es preciso estar alerta. El camino de transición lleva a la sustitución de la agricultura y la ganadería industrial por la agroecológica, de los oligopolios energéticos por un tejido de cooperativas y empresas municipales de energía renovable, de las SOCIMIS que acumulan viviendas a precios inasequibles por cooperativas de vivienda y vivienda públicas en alquiler asequible, de la cultura consumista de usar y tirar por el consumo responsable, de la educación para la competitividad y el crecimiento de la economía a la educación cooperativa para la transición ecosocial.

Es un camino hacia un nuevo modelo de producción y consumo que efectivamente tendrá que ser circular, de residuos cero, que imite a la naturaleza y su sabia ecoeficiencia y no la suplante. Un camino hacia un nuevo equilibrio entre campo y ciudad en el que el mundo rural jugará un papel determinante. Necesitamos un mundo rural vivo que impulse una reforestación comunitaria a gran escala para generar gigantescos sumideros de carbono, creando una  economía rural generadora de biomasa, de ganadería extensiva, de agroecología, de autosuficiencia energética.

El cambio de modelo de movilidad y transporte se hará mediante la alianza entre transporte público eléctrico eficiente y movilidad activa en bicicleta y caminando, combinada con ultraligeros vehículos eléctricos de movilidad personal. Con menos coches en las ciudades y las carreteras. Con más espacio público vivo para el encuentro y menos grandes superficies comerciales.

Sólo podremos lograr ese gran pacto social por una transición ecológica con más participación, con más y mejor democracia, con más igualdad entre hombres y mujeres, con más solidaridad y cooperación entre regiones y entre generaciones.

Como nos enseña Concha Sanmartín, “las revoluciones bruscas no dan lugar a cambios estructurales permanentes. A veces, pueden ser el inicio para ello, pero a costa de mucho sufrimiento. Las revoluciones tranquilas de los valores y los modos de vida han sido siempre más eficaces en la historia, para bien y para mal”.

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¿Necesitamos más o menos democracia? Propuesta de Reforma de la Ley electoral en Andalucía

 
Esta tarde defenderé en el grupo de trabajo del parlamento de Andalucía la propuesta de Reforma de la Ley Electoral que elaboramos en Equo Andalucía en 2013. Esta medida se complementaba con la propuesta de ampliar de contenido el Escaño 110, el que permite defender Iniciativas Legislativas Populares en el parlamento. Queríamos facilitar la recogida digital de firmas para esas iniciativas y que, desde el escaño 110, la ciudadanía pudiese proponer y defender directamente iniciativas o hacer preguntas de control parlamentario.
En su momento no tuvimos respuesta a nuestras propuestas. Parecían haber caído en una papelera en lugar de haber sido depositadas en un registro de la institución parlamentaria. Pero esta tarde, cuatro años después, tendré la oportunidad de defender un cambio en la Ley electoral para lograr que todos los votos valgan lo mismo, para eliminar las barreras que impiden que todas las voces estén representadas en el parlamento.
Estamos en una encrucijada en este mundo en crisis. Necesitamos más y mejor democracia si queremos recuperar el afecto y la implicación de la sociedad en la POLIS, en el espacio público de decisión sobre los asuntos de la vida en común. Sin una ciudadanía activa que se sienta corresponsable y tenga capacidad de decisión sobre lo público, cotidianamente, no habrá cambio de rumbo para una civilización que va al colapso.
Si no lo hacemos, si esa mayor democracia no se plasma en políticas equitativas, socialmente incluyentes y ambientalmente sostenibles, no habrá Macron, Clinton, … que puedan evitar que las Le Pen (Francia), los Trump (USA), los Wilders (Holanda), los Hofer (Austria) y otros similares acaben ganando, como ya lo ha hecho Trump, como expresión de la rabia que sienten los ciudadanos ante un mundo que se les cae encima y los aplasta, cuando no los excluye. Y no son opciones populistas las que vienen, son fascistas.
Bien lo explica Olga Rodríguez: «Desde hace un tiempo el establishment, lejos de asumir que es hora de pasar página, de apostar por más democracia y menos saqueo, por más igualdad y menos estafa, prefiere una huida hacia adelante con la esperanza de poder seguir como hasta ahora». Es vana su esperanza.

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Reactivar Sevilla barrio a barrio

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Artículo de opinión publicado en Sevilla Directo el 3 de marzo de 2015

Vivimos en una ciudad que tiene elementos de sobra para construir un proyecto de esperanza que nos permita mirar el futuro con razonable optimismo. Reúne magníficas condiciones naturales, tiene un gran potencial territorial y una historia y una cultura de enorme potencia. Sin embargo tenemos que afrontar graves problemas sociales y económicos que se plasman en las insoportables tasas de paro y en la desigualdad que se expresa de forma dramática en nuestros barrios vulnerables. Y tenemos que afrontar la crisis ambiental tomando medidas para frenar el cambio climático, espada de Damocles que no podemos obviar. En los próximos años tenemos que poner los cimientos de nuestro futuro y para ello es preciso dar un giro de 180º al modelo de desarrollo por el que viene apostando la ciudad y que ha fracasado como proyecto económico y social … (leer más)

Municipios en Transición

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La crisis socioambiental la percibimos de forma directa en nuestros pueblos y ciudades en forma principalmente de paro, precariedad y desigualdad creciente, que nos generan malestar, violencia y miedo. Pero también, aunque no seamos plenamente conscientes, en forma de una huella ecológica muy desequilibrada. La ciudad ha perdido su equilibrio con el territorio próximo que la sustentaba y depende cada vez más para proveerse de energía, agua, alimentos y productos manufacturados de una economía global enormemente dependiente de combustibles fósiles que no tenemos, que empiezan a escasear y a encarecerse y que son responsables del cambio climático.

Ante esta situación, cualquier oferta que prometa empleo encuentra apoyo social contraponiendo, con frecuencia, trabajo y salud, trabajo y medio ambiente. Sin embargo sabemos que sólo podremos encontrar empleo de calidad y con futuro si apostamos por la economía en los límites de la naturaleza, apostando por los empleos verdes.

Por toda Europa se extiende un movimiento que promueve la transición de la economía industrial contaminante y caracterizada por condiciones laborales precarias a la industria sostenible y con empleos de calidad. Hay alternativa a la lucha de unas ciudades contra otras, de unos pueblos contra otros por atraer inversiones multinacionales para generar empleo. Es posible resolver nuestros problemas poniendo en juego nuestros recursos naturales, territoriales, humanos, de generación de conocimiento y de creatividad e innovación social. Y estas pasan por apostar por generar empleo en la economía local, con los recursos locales, de forma limpia y cooperativa. Leer más de esta entrada

De la abstención como protesta al voto masivo alternativo en las urnas

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Hace tiempo que tengo pendiente escribir unas breves reflexiones sobre el polémico libro de José Manuel Naredo, Europa y las elecciones europeas: la abstención como protesta. Y hoy me llega al correo una invitación a asistir al debate que seguirá a la presentación del libro en Sevilla el próximo día 22 de mayo. Lamentablemente no podré asistir al mismo. Y lo lamento porque me encantaría discutir este tema con las personas que van a estar en la mesa y las que admiro pese a que creo que en esto están equivocados de dirección justamente 180º.
Lo voy a hacer desde mi experiencia durante años como activista del voto en blanco y de la abstención como protesta.
Hace ya tres años que pasé de la indignación a la organización para reiniciar la democracia desde las instituciones y crear espacios de democracia participativa desde los que poder gestionar en beneficio de la sociedad, y en equilibrio con la naturaleza, la crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos. No se puede estar indefinidamente en contra del sistema esperando a ver si llega el cataclismo que acabe con él, como probablemente ocurrirá. Hay un momento en que tienes que tomar la iniciativa y dedicar tu tiempo, tu capacidad de pensamiento, de emoción y de acción a tratar de movilizar a los indignados hacia un proyecto transformador, también desde las instituciones, porque ese cataclismo, si se produce, puede acarrear millones de víctimas. Yo di ese paso en primavera de 2011 después de leer en el Cabo de Gata el último libro de Ramón Fernández Durán, su libro testamento. La Quiebra del capitalismo globlal: 2004-2030. Ramón, que fue un activista enredante, entusiasmante y contagioso toda su vida, nos llamaba a tomar las instuciones para tratar de mitigar y corregir los efectos devastadores de esta quiebra. En esta línea está extendiéndose por Europa el movimiento de ciudades en transición. Y plasmar esas iniciativas en propuestas políticas es mi próximo objetivo para las municipales.

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