El impacto sobre el planeta, como la distribución de la riqueza, va por barrios

Gráfica tomada de Florent Marcellesi

Hoy publica eldiario.es las conclusiones del informe presentado en la COP25 por parte de Intermond Oxfam, sobre la relación entre desigualdad y crisis climática. El informe pone de manifiesto algo obvio: hay una correlación estrecha entre consumo de recursos y emisión de residuos, (entre ellos los gases de efecto invernadero), y distribución de la riqueza. Los ricos consumen más y contaminan más. Obvio. Esto es válido dentro de sociedades como la española y ciudades como Sevilla y, por supuesto, entre países. La responsabilidad en el cambio climático, como la desigualdad, va por barrios.

A mí me gusta explicarlo con esta gráfica que tomé de Florent Marcellesi hace varios años. La uso en mis clases y conferencias. La última vez el martes en la Universidad de Málaga, invitado por mis compañeros del Máster habilitante de arquitectura. Participé en una asignatura cuyo tema es la eficiencia energética. Es necesario e imprescindible avanzar rápidamente en esa dirección. Pero es preciso saber que no es suficiente y que es clave actuar para reducir el consumo de recursos y emisiones de manera global. Repensando desde una nueva escala de valores, la forma en que satisfacemos nuestras necesidades, dentro de los límites de este hermoso planeta finito que estamos agotando y que está diciendo ¡basta!

Las conclusiones del informe del IPCC 2018 son claras como el agua: es preciso repensar la forma en que producimos y consumimos, comenzando por la energía pero extendiéndolo a todo tipo de recursos. Es preciso repensar cómo nos movemos, como nos alimentamos, como organizamos nuestras ciudades y edificios. ¡Casi nada! Y esto requiere poner en valor las dos grandes «R» del decrecimiento según Serge Latouche: Repensar y Re-evaluar (reordenar nuestra escala de valores). No es posible dar solución a nuestros grandes retos, en tan estrecho margen de tiempo como el que disponemos para evitar un escenario catastrófico para la vida humana y no humana, dentro del marco del crecimiento. Es preciso un cambio de paradigma. No es posible, ni deseable, hacerlo en el marco del crecimiento que preside la lógica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ni del Gran Acuerdo Verde que propone la Unión Europea: no basta cambiar rápidamente el modelo energético, aunque es condición necesaria e imprescindible. Es preciso presentar una moción a la totalidad al capitalismo, a su forma de entender el mundo, mercantilizada, a sus valores de lucha de todos contra todos. Y no hay vía socialdemócrata verde para lograrlo porque no hay recursos en el planeta para crecer en la producción y el consumo para luego distribuir con los excedentes.

Volvamos a la gráfica que es muy ilustrativa para sacar conclusiones. La Huella Ecológica global supera 1,6 veces la capacidad del planeta. Nos corresponden 1,8 Ha/hab para satisfacer nuestras necesidades y absorber nuestros residuos. Hay países que no llegan a usar esa superficie y hay países que superan por 3-5 ese límite: los «desarrollados». Por otra parte, en el eje vertical se representa el Indice de Desarrollo Humano (0-1). Por encima de 0,8 podemos hablar de un límite elevado (alta esperanza de vida, buen nivel educativo y renta per cápita suficiente). Hay países que tienen que incrementar su desarrollo humano, satisfaciendo sus necesidades dentro de los límites, y hay países que tienen que reducir su Huella Ecológica para lograr satisfacer sus necesidades dentro de los límites: Todos están en transición. No podemos seguir hablando de países desarrollados ni países en vías de desarrollo porque los llamados desarrollados viven por encima de las posibilidades del planeta, siendo altamente ineficientes en la forma de satisfacer sus necesidades. Es imposible que todos sigan su ruta. La gráfica tiene un cuadrante en la parte superior izquierda que señala que está vacío o casi: todos los países tienen que moverse, transitar, para entrar en ese cuadrante.

La gran transición que tiene que emprender la humanidad para satisfacer sus necesidades de forma equitativa dentro de los límites es incompatible con las necesidades de seguir creciendo en producción y consumo que tiene la economía capitalista. No hay Acuerdo Verde posible dentro del marco de la economía del crecimiento. Ni es posible insistir en esa vía, si queremos hacer frente a la #EmergenciaClimática ni es posible seguir haciéndolo, salvo que haya una reducción drástica de la población, tras una gran crisis bélica. Hay una parte del capitalismo que apuesta claramente por seguir extrayendo recursos y seguir contaminando en beneficio de una minoría superviviente, propiciando la guerra por los recursos y el espacio vital. Para lograr su objetivo precisan inocular ideologías del odio. Esas ideologías del odio han logrado el gobierno de EEUU, Brasil, parte de los países de Europa del Este y han irrumpido con fuerza en España: sus votantes son la carne de cañón que precisan como lo fueron en la Alemania de Hitler y en la Italia de Mussolini. Primero les piden el voto, luego les pedirán que expongan sus cuerpos el campo de combate

Podemos concluir que estamos en una encrucijada. Agotada la vía del crecimiento capitalista, en su versión ultraliberal o socialdemócrata, no hay margen para un Acuerdo Verde dentro de su lógica. Ya no es posible seguir creciendo y por tanto no podemos seguir confiando al crecimiento el avance hacia una sociedad más justa y equitativa. O somos capaces de escalar en muy poco tiempo el cambio cultural (forma de pensar y de evaluar) ya en marcha (en forma de economía ecológica y solidaria, emprendiendo una gran transición de abajo a arriba con apoyo desde las instituciones), o nos vemos abocados a escenarios dominados por el miedo y la frustración que serán rentabilizados y canalizados por las ideologías del odio, las de «América Primero», «España Primero», «Andalucía Primero», «Lepe Primero». Ideologías que como las que promovieron la Segunda Guerra Mundial en busca del Espacio Vital necesario para los de «Nosotros Primero», pretenden resolver la reducción de recursos mediante la vía de la guerra. Esta vía ya empezó a finales del siglo XX, cuando las crisis del petróleo amenazaban el funcionamiento de las economías capitalistas. Pero agotadas las jusficiaciones «débiles» que sustentaron esas guerras, precisamos de las justificaciones fuertes de los Trump, Bolsonaro y sus aprendices españoles y europeos. Frente a esa amanaza sólo tenemos una vía posible: la de la pedagogía social, la de los valores de la solidaridad y la cooperación. Somos interdependientes, vivimos en un planeta finito. Podemos vivir mejor con menos consumismo y más tiempo para lo importante, con un reparto más equitativo de los recursos.

Anuncio publicitario

Caso Alierta: Debate sobre Renta Máxima YA!

Alierta

Leo en eldiario.es el siguiente titular:

Alierta dejará Telefónica con una de las mayores pensiones de la historia de España

Sigo leyendo: «la operadora anunció la sustitución de su blindaje, de cuatro anualidades, por una aportación extraordinaria y única de 35,5 millones a su plan de pensiones. Pienso: ¡para eso inventaron los Planes de Pensiones! Para eso, para socavar las bases del sistema público de pensiones, para generar una gigantesca burbuja financiera con las inversiones especulativas de los gestores de Planes de Pensiones, para que con su estallido se pudieran justificar políticas que siguieran socavando los servicios públicos, las condiciones laborales, los derechos sociales…

Sigo leyendo y me entero de que Alierta ganó 8,69 Mill € en 2015. Saco la calculadora, lo divido por el Salario Mínimo Interprofesional que es de de 655,2 €/mes o 9.172 €/año y … ¡Esto es 947 veces el SMI! Pienso: «¡Necesitamos un debate social sobre renta máxima y renta básica universal!» YA!!!!  Leer más de esta entrada

La ciudad que queremos, buscando un nuevo modelo de ciudad

Hacia un Nuevo Modelo de Ciudad. Mesa Redonda Univerde Málaga

(Este texto lo elaboré para introducir la Mesa Redonda sobre un Nuevo Modelo de Ciudad, presentado en la Univerde de Málaga, el viernes 5 de septiembre de 2014)

DSC05703

Las ciudades que tenemos son económica, social y ambientalmente insostenibles y por tanto son muy vulnerables, tienen su futuro comprometido. Y el principal problema al que nos enfrentamos para iniciar el proceso de transición que nos conduzca desde un nuevo modelo urbano insostenible a otro que se acerque a la sostenibilidad, es que no tenemos conciencia de ello, en su sentido completo o global. No acabamos de ser conscientes de hasta que punto están interrelacionadas la insostenibidad social, económica y ambiental, y por tanto, no acabamos de ser conscientes, como sociedad, de que tenemos que emprender acciones decididas e interrelacionadas para iniciar el proceso de transición del modelo económico, social y ambiental de la ciudades que tenemos, para conducirlas hacia un modelo de ciudad habitable y sostenible, ecológica.

 

Esa falta de conciencia social de la globalidad de los problemas a los que nos enfrentamos representan sin embargo, no sólo el primer reto a afrontar, sino también la oportunidad de iniciar el proceso de transición. Porque la transición sólo será posible mediante un cambio del modelo político, mediante una el paso desde una democracia representantiva de muy baja calidad, como la que tenemos, hacia una democracia participativa sana, en la que la ciudad que queremos la pensemos, sintamos, deseemos, decidamos y construyamos entre todas las personas que las habitamos. Es el inicio de ese proceso de participación el que nos va a permitir comprender mejor nuestros problemas, pero también detectar nuestras fortalezas y aprovechar las oportunidades que van a surgir en el cambio de modelo para activar la economía orientándola en una nueva dirección, con unos nuevos valores. Leer más de esta entrada

A %d blogueros les gusta esto: