
El 15 de febrero de 2004 un grupo de activistas urbanos que habían descubierto casualmente este hermoso lugar, desde una azotea vecina, soñaron con abrirlo al público y decidieron pasar a la acción. Ese día, con materiales reciclados, pusieron en marcha unos huertos urbanos abiertos al vecindario en este solar que permanecía oculto tras una alta tapia entre las calles Sol y Enladrillada. Constituyeron la asociación La Noria y empezaron a autogestionarlo. El 29 de octubre de ese mismo año, el Huerto del Rey Moro se convirtió en el símbolo de la Red Ciudadana La Sevilla que Queremos. El Rey Moro fue con su séquito a entregar las más de mil alegaciones recogidas en red por las asociaciones sevillanas al Plan General.
El PGOU tenía calificado este suelo como residencial, con capacidad para construir 40 viviendas, este suelo de titularidad pública. En un barrio en proceso de gentrificación, parecía difícil oponerse a la construcción de viviendas protegidas. Pero la batalla se ganó a base de darle vida al huerto. Los presupuestos participativos sirvieron para financiar los huertos escolares y el espacio empezó a convertirse en una referencia. El ayuntamiento decidió cambiar el uso y convertirlo en espacio público, aunque no llegó a materializarse el compromiso adquirido por el anterior gobierno municipal y eso deja en el limbo, y en riesgo, al Huerto. No obstante, la Empresa Pública del Suelo renunció a sus planes de hacer viviendas. Y el huerto, autogestionado, abre sus puertas cada día y se ha convertido en uno de los espacios públicos más emblemáticos del centro histórico. Este domingo se ha celebrado su VII aniversario. El huerto ha estado pletórico y nos muestra el camino de cómo la ciudadanía puede producir y autogestionar espacio público de enorme calidad con una mínima inversión.
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