sobre la austeridad y la salida decrecentista a la crisis
septiembre 15, 2011 2 comentarios
No es casualidad que, en el debate sobre la reforma constitucional, se hayan priorizado las cuestiones formales sobre el fondo porque entre otras cosas, de prosperar ésta, no habrá margen para discutir sobre el fondo. Se habrá dejado fuera de la discusión política e ideológica una determinación que no es técnica, ni neutral, sino ideológica. Con posturas enfrentadas entre los economistas (curiosamente, los economistas del paradigma neoliberal, pese a haber demostrado sobradamente su incompetencia para prevenir la crisis y para salir de ella son los más escuchados). No me voy a remitir a Juan Torres, que ha hablado de esto con más autoridad que yo. Pero si a través de él a un informe de la UNCTAD como muestra de que economistas e instituciones internacionales como esta, dependientes de la ONU, piensan lo que la historia ya ha demostrado en el pasado: que estas medidas de ajuste nos llevan a un círculo vicioso de depresión, que a América Latina, por ejemplo, llevó a una década perdida. Es decir estamos asistiendo a una reducción del ámbito de la democracia, una cesión de soberanía popular, realizada de un modo que no hace más que volver a insistir en lo que ha provocado la indignación popular: el vaciamiento de contenido dela democracia. Ciertamente, esta cesión de soberanía sigue una tendencia europea que ya está en el espíritu de la llamada constitución que en su día votamos sin entrar en el diálogo político de fondo. En este sentido, la construcción europea está siendo un laboratorio de democracia limitada en el que las decisiones de política económica se toman al margen del juego democrático. Y las medidas adoptadas, con la urgencia adoptada, no van dirigidas a resolver la situación económica actual, se empezarán a aplicar a partir de 2019, sino a mandar un mensaje tranquilizador a los mercados. Mensaje que se ha mostrado por otra parte totalmente ineficaz. El lunes posterior a la aprobación de la medida en el parlamento se produjo la mayor caída en bolsa desde hace décadas. Por tanto, aquí está el debate mucho más que en el fondo, que también, pero con mucha mayor complejidad y profundidad de la que se está produciendo en los medios de comunicación con su pléyade de articulistas y tertulianos.
Respecto al fondo, pienso que efectivamente hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que tenemos que ir a un decrecimiento sostenible. Ahora bien. No es ese por desgracia el debate en Europa ni ese el discurso del PP-PSOE, que es quién ha adoptado estas medidas. El gasto público no ha sido el origen de la crisis, aunque la crisis sea una buena oportunidad para revisar nuestros gastos y reducir los innecesarios. La deuda pública no es causa sino consecuencia de la crisis financiera. Crisis que es parte de otras crisis que hacen que nos enfrentemos a una crisis sistémica en la que la crisis energética, por escasez creciente de la energía que sustenta nuestro modelo de vida, será fundamental. En esta tesitura, poner el énfasis únicamente en el equilibrio presupuestario y en priorizar el pago de la deuda no es una cuestión de sentido común, como se nos trata de hacer ver, sino de simplificación, interesada o por ignorancia, del problema. El camino hacia el decrecimiento llevará la reducción del consumo y la producción de muchos objetos pero al crecimiento de otros, es decir va a generar y potenciar nuevas actividades económicas. Por tanto la cuestión es qué reducir, cómo y a qué ritmo y qué incrementar, cómo y a qué ritmo. Las medidas políticas que el FMI y el BCE ya está imponiéndonos no entran en estas cuestiones. El cambio de modelo productivo hacia un mayor equilibrio con los recursos energéticos y materiales del planeta, que si hubiéramos sido gobernados con inteligencia, se habría puesto en marcha en época de bonanza, requiere inversiones. Es preciso avanzar mucho más rápido hacia la autosuficiencia energética, reduciendo el consumo (en transporte, en vivienda, en procesos de fabricación) y obteniendo la energía con renovables. En torno a este objetivo, que podría aglutinar la salida a la crisis, es preciso hacer enormes esfuerzos por parte de todos, familias, empresas y administraciones. Y para ello hace falta crédito, algo que el mercado financiero no es capaz de proveer porque se ha demostrado totalmente ineficaz para autorregularse y ha orientado sus esfuerzos siempre ala especulación. En este sentido la banca pública nos daría un margen de juego que no tenemos, porque una de las primeras medidas de los gobiernos neoliberales de España (los sucesivos deFelipe González) se ocuparon en vender y parar al sector privado, siguiendo sus dogmas. Y ahora, hemos perdido una ocasión de oro para recuperar un sistema de banca pública nacionalizando las Cajas, medida técnica y económicamente viable, presentada al gobierno de España por el comité científico de ATTAC y que el gobierno, bajo el mismo influjo ideológico, se ocupó de descartar. Los ingentes fondos privados, de millones de ahorradores, que desde hace años han ido a fondos de pensiones y de inversión, no se han canalizado, efectivamente, hacia actividades productivas, menos aún en el sentido de construir el modelo productivo del mañana, y sí a buscar nichos de especulación (bolsa de valores emergentes, especulación inmobiliaria, especulación con el precio de los alimentos, especulación con el precio del petróleo, especulación con la deuda pública). A todos nos han metido el miedo en el cuerpo con la insostenibilidad del sistema público de pensiones para canalizar nuestro dinero a los fondos que ellos gestionan. Y la paradoja es que si no es por la intervención pública, esos planes de pensiones privados se hubieran desplomado al inicio dela crisis. Ciertamente estamos hablando de la necesidad de gobernar la globalización financiera y las medidas deberán tomarse de forma coordinada por un número creciente de países. Pero no es ese el discurso del PP-PSOE.
Para aterrizar en una línea hacia el nuevo modelo productivo podríamos detenernos en la política de vivienda y ordenación del territorio post-crisis (política que en la bonanza, con el boom inmobiliario y urbanizador para satisfacer el mercado especulativo de la vivienda colocó a España en la peor situación de Europa para salir de ella, no en vano aquí se construyó la mitad de las viviendas de Europa y no precisamente para satisfacer la demanda de nuestros jóvenes o la población inmigrante. Pues bien, en línea decrecentista es mucho, ingente, lo que hay que hacer. En el discurso está que es preciso impulsar la rehabilitación, con criterios de ecoeficiencia, tanto de edificios como de barrios, volviendo al modelo de ciudad compacta y compleja mediterránea frente al dominante en los últimos años anglosajón de vivienda suburbana en las áreas metropolitanas. Cambiar el modelo urbano y territorial será tarea de las próximas décadas. Sin embargo, lo que estamos haciendo es justo lo contrario. Se han clausurado los fondos destinados a programas de rehabilitación pública y se han puesto en marcha medidas económicas para ayudar a los bancos a deshacerse de su patrimonio (en Andalucía, sin ir más lejos). Se están anunciando a bombo y platillo nuevas urbanizaciones en el área metropolitana de Sevilla, innecesarias, para asegurarse que los propietarios del suelo y sus prestamistas no pierdan (al final perderán más porque estas nuevas viviendas tampoco las van a poder vender). Política netamente neoliberal.
Entonces, efectivamente, tenemos que construir un discurso de austeridad, de cambio de valores que nos hagan disfrutar la vida consumiendo menos recursos, algo totalmente al alcance de nuestra mano, siendo más pobres en recursos materiales (innecesarios) y más ricos en bienes relacionales, comunitarios, de tiempo. Ese discurso lo está haciendo la sociedad, a través del movimiento iniciado el 15M, no lo está haciendo el bipartido. Y si no lo hace, antes que después, pasará al basurero de la historia, como les ha ocurrido ya a otros grandes partidos en otros ámbitos. Por tanto, a los ciudadanos nos corresponde tomar la iniciativa, dentro o fuera de los partidos tradicionales. Si tomamos el camino de justificar lo que hacen, traicionando su tradición ideológica y democrática, sólo vamos a retrasar brevemente su caída definitiva. Particularmente no veo signos de que este debate se esté produciendo dentro del PP-PSOE. Probablemente sea más fácil empezar de nuevo, con partidos nuevos acordes a los nuevos problemas y las nuevas formas de afrontarlos.
Amén
Muy bien. Y también Juan Torres. Qué importante construir y articular otros discursos.
Me da que la blogosfera es uno de esos espacios marginales donde van cuajando ideas y maneras de pensar y hacer que algún día serán centrales.
Por seguir compartiendo cromos con todo el que pase por estas letras emergentes, acá dejo uno de Castells que me ha llegado y no está mal: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110910/54214113146/ciudadanos-y-mercados.html