Cinco pilares para salir de la Crisis

Las Cinco ramas del árbol de la Vida. Dibujo de Esteban de Manuel

El COVID-19 nos está sometiendo a una prueba para la que no estábamos preparados. Y estamos respondiendo a ella en distintos niveles de distintas formas. Hans Klue, Director Regional para Europa de la O.M.S. ha sintetizado así cómo lo estamos haciendo en España: “Estoy profundamente impresionado por el heroísmo de los profesionales sanitarios, la solidaridad de la sociedad española y la resolución del gobierno». Coincido con esa apreciación general pero no todo el mundo lo ve así. Es importante analizar con distancia los distintos tipos de reacciones, pero lo es todavía más enmarcar esta crisis en sus causas y consecuencias para extraer conclusiones y orientar nuestra acción. Vivimos en el siglo de la Gran Prueba, nos advierte el filósofo Jorge Riechmann, y vamos a necesitar poner en juego la mejor versión de nosotras y nosotros mismos para superarlas con el menor daño posible y poniendo las bases para un futuro mejor. Está ocurriendo espontáneamente para hacer frente a la emergencia sanitaria. Pero al mismo tiempo estamos viendo cómo otra parte, minoritaria pero muy orquestada, está mostrando su peor cara. Hay inercias e intereses muy fuertes que tendremos que vencer y que se movilizan a través de emociones muy poderosas: el miedo y el odio.

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Tres respuestas antagonistas a la crisis socioecológica

Empieza a abrirse camino la idea de que estamos en emergencia climática, ante las aplastantes evidencias científicas y las conclusiones presentadas por los expertos en clima de la ONU. Su informe de 2018, Calentamiento Global de 1,5ºC, nos advierten de que es preciso tomar medidas urgentes y de una ambición sin precedentes, de aquí a 2030, para no superar este límite. Las consecuencias de no hacerlo son destructivas para ecososistemas básicos para el mantenimiento de la vida y nos llevarían a un punto de no retorno de consecuencias catastróficas. No es catastrofismo. No nos dicen que vamos irremediablemente hacia la catástrofe. Pero advierten que necesitamos un cambio disruptivo en las formas de producir y consumir, movernos, alimentarnos, ordenar las ciudades y el territorio. Y eso implica un giro de objetivos y de formas de pensar y de ordenar nuestros valores. Con la inercia de las últimas cuatro décadas, manteniendo la hoja de ruta actual ampliamente consensuada por la comunidad internacional y por partidos y sindicatos, no es posible lograr el objetivo. Pero no podemos cerrar la puerta a que se produzca un cambio en la percepción del riesgo por parte de la sociedad que haga posible ese giro que parece altamente improbable. No todo el mundo lo ve igual, lógicamente. Hay visiones optimistas, hay visiones pesimistas y hay visiones esperanzadas.  También hay visiones que niegan el problema: el capitalismo sucio exitoso de Trump y compañía y el anticapitalismo productivista.

1/ La visión optimista del capitalismo verde.

Para esta visión, fundada en el mito tecnológico, el libre mercado autorregulado resolverá la crisis ecológica. El pacto que lo hará posible se llama Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo principal es el crecimiento económico, piedra angular de los demás.

Centra su atención en la transición energética. Basta sustituir la dependencia de energía fósil por energías renovables. Las grandes empresas lo resolverán con gigantescos parques termosolares ubicados en los desiertos, como los pioneros que tenemos en Écija y Sanlúcar La Mayor. Resuelve la producción de alimentos con su biotecnología de transgénicos adaptados al cambio climático de la mano de Monsanto y compañía. El transporte sostenible se resuelve sustituyendo coches movidos por petróleo por los mismos coches movidos por electricidad generada por energías renovables.  La cultura del usar y tirar la cambiarán las empresas que apuestan por la economía circular sin necesidad de que nos preocupemos de cambiar nuestros hábitos de consumo. Es atractivo tanto para la derecha como para la izquierda que se ponen de acuerdo en municipios y gobiernos para avanzar por esa senda. El crecimiento económico con empleos decentes los une en el OBJETIVO 7. No se concibe ninguna economía que pueda satisfacer las necesidades humanas sin parar de crecer.

Esta forma de pensar choca sin embargo con algo tan de sentido común como que vivimos en un planeta finito, con recursos no renovables finitos y recursos renovables que no podemos explotar por encima de su capacidad de reproducción. Es una vía muerta hacia el futuro porque ya ha chocado con sus límites y ya no puede seguir creciendo. Acelera el colapso económico y social. En esta vía, a nivel político, se puede elegir entre la derecha conservadora-liberal del PP y la liberal de ciudadanos, y entre la izquierda social-liberal del PSOE y la izquierda socialdemócrata reformista de UNIDAS PODEMOS. En el eje igualdad-desigualdad, mercado-estado, dirimen sus ofertas dentro del marco del crecimiento, con más o menos proporción de mercado y de estado, con más o menos reparto de la riqueza generada. Hasta la próxima crisis económica, ya en puertas.

2/ la visión pesimista del anticapitalismo ecosocial

Es una visión bien informada. El capitalismo necesita crecer y acumular para justificar resultados ante sus accionistas. Su lógica de crecimiento de la desigualdad es implacable y lo será aún más conforme vayan menguando los recursos. La crisis ecológica la ha producido el capitalismo, para resolver la crisis ecológica hay que acabar con el capitalismo. Ya es tarde para una agenda de desarrollo sostenible. El colapso es inevitable. Tiene una versión comunista que sólo es anti y centra su atención en el conflicto social y hay una versión alter, que propone trabajar en alternativas sociales y económicas desde abajo que creen comunidades resilientes.

No hay posibilidad de volver a un estado de bienestar porque ya no disponemos de los recursos para ello. El capitalismo está condenado a crecer y no es posible desacoplar el crecimiento económico del crecimiento del consumo de recursos no renovables. No hay recursos para sustituir una sociedad en crecimiento basada en energías fósiles de alto rendimiento por energías renovables de bajo rendimiento y muy dependientes. No hay recursos para mantener el modelo agroindustrial de la Revolución Verde ni de la cuarta revolución industrial. No hay recursos para sustituir el modelo de transporte basado en el coche de motor de combustión por el de motor eléctrico. No hay recursos para una economía circular que siga creciendo

Si se analizan las gráficas de crecimiento del PIB y del crecimiento de las emisiones de CO2 se ve que no es posible reducir las emisiones sólo cambiando rápidamente las energías fósiles por renovables. Si se analizan las gráficas de extracción de recursos fósiles, de uranio, de fosfato, de cobre, no hay margen para seguir creciendo.  La solución es acabar por el capitalismo y la vía la revolución. Sin embargo, son conscientes de que esa vía no es posible a tiempo y por eso anuncian el inevitable colapso y nos invitan a prepararnos para él.

Es una vía antipolítica: no confía en que se puedan impulsar políticas públicas de transición que partiendo del capitalismo nos lleven a un post capitalismo. Esa preparación para el colapso va de la mano de impulsar alternativas desde la sociedad de manera colectiva: energéticas, alimentarias, de vivienda, a través de cooperativas. A modo de monasterios medievales las ecoaldeas y las iniciativas urbanitas creadoras de bienes comunes, tendrán alguna posibilidad de iniciar una nueva civilización tras el colapso de la civilización industrial. Pero el mundo en el que lo harán será inhabitable dado que no va a ser posible detener el cambio climático dentro de unos límites de seguridad. No es posible hacerlo desde la política institucional ni tampoco se espera una revolución. La historia sin embargo nos enseña que los cambios de sistemas económicos no son rápidos. Desde luego no se producen en una década, que es el tiempo de reacción que tenemos.

Este discurso es atractivo a una minoría ilustrada activistas de resistencia. Estéticamente es irreprochable. Pero, ¿nos podemos permitir quedarnos contemplando como llega el colapso para decir en 2030, teníamos razón? Me genera muchas dudas desde la ética política.

3/ La visión esperanzada en la transición ecosocial hacia sociedades postcapitalistas

Comparte con la anterior lo fundamental del análisis, pero adopta una estrategia diferente, de síntesis, que apuesta decididamente por las políticas públicas de transición hacia una sociedad post capitalista. Es necesario llegar a las instituciones y llegar a acuerdos de gobierno que nos permitan frenar a tiempo y potenciar el cambio socioecológico, iniciado desde abajo, que ya está creando alternativas post capitalistas. Las palabras que usa para nombrarlas están sujetas a disputa con el capitalismo verde, que se las apropia y reconduce rápidamente. El Green New Deal que propugna esta vía, el Nuevo Contrato Social Ecológico o Desarrollo sostenible fuerte, es decrecentista frente al crecentista. Propone un pacto por Objetivos de Decrecimiento Sostenible, frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El decrecimiento, de extracción de recursos y de emisión de residuos como vía para lograr un equilibrio que permita satisfacer las necesidades humanas presentes y futuras es el camino. El PIB no es un indicador válido. Es la reducción de la Huella Ecológica, hoy globlamente 1,6 veces superior a la capacidad de recuperación del planeta, el indicador que nos debe orientar en el camino. Unido a indicadores de Desarrollo Humano: de esperanza de vida, de salud, de educación, de democracia participativa, de equidad en el reparto de la riqueza socialmente producida, de igualdad entre hombres y mujeres en poder de decisión, económico y de reparto de trabajos productivos y de cuidados. Crecimiento en valores de solidaridad, autocontención, compasión, sororidad y fraternidad, justicia social, igualdad. Decrecimiento en valores competitivos, egocéntricos, antropocéntricos, autodestructivos.

Esta vía promueve un gran pacto social para la transición socioecológica, fundado en la pedagogía social, que busca escalar soluciones de economía social combinadas con políticas públicas potentes. Es la vía de los Verdes. A esta vía los anticapis la llaman capitalismo verde pero no es así, aunque es preciso estar alerta. El camino de transición lleva a la sustitución de la agricultura y la ganadería industrial por la agroecológica, de los oligopolios energéticos por un tejido de cooperativas y empresas municipales de energía renovable, de las SOCIMIS que acumulan viviendas a precios inasequibles por cooperativas de vivienda y vivienda públicas en alquiler asequible, de la cultura consumista de usar y tirar por el consumo responsable, de la educación para la competitividad y el crecimiento de la economía a la educación cooperativa para la transición ecosocial.

Es un camino hacia un nuevo modelo de producción y consumo que efectivamente tendrá que ser circular, de residuos cero, que imite a la naturaleza y su sabia ecoeficiencia y no la suplante. Un camino hacia un nuevo equilibrio entre campo y ciudad en el que el mundo rural jugará un papel determinante. Necesitamos un mundo rural vivo que impulse una reforestación comunitaria a gran escala para generar gigantescos sumideros de carbono, creando una  economía rural generadora de biomasa, de ganadería extensiva, de agroecología, de autosuficiencia energética.

El cambio de modelo de movilidad y transporte se hará mediante la alianza entre transporte público eléctrico eficiente y movilidad activa en bicicleta y caminando, combinada con ultraligeros vehículos eléctricos de movilidad personal. Con menos coches en las ciudades y las carreteras. Con más espacio público vivo para el encuentro y menos grandes superficies comerciales.

Sólo podremos lograr ese gran pacto social por una transición ecológica con más participación, con más y mejor democracia, con más igualdad entre hombres y mujeres, con más solidaridad y cooperación entre regiones y entre generaciones.

Como nos enseña Concha Sanmartín, “las revoluciones bruscas no dan lugar a cambios estructurales permanentes. A veces, pueden ser el inicio para ello, pero a costa de mucho sufrimiento. Las revoluciones tranquilas de los valores y los modos de vida han sido siempre más eficaces en la historia, para bien y para mal”.

El Ángulo muerto: Sobre la carta abierta de Yayo Herrero

Como siempre Yayo Herrero nos alimenta el pensamiento necesario para la acción transformadora. Comparto enlace a su carta Angulo Muerto, publicada en CXT, y algunas de las reflexiones con las que entro en su debate.

Entiendo que Yayo Herrero plantea varias cosas importantes. La primera, y más importante en mi opinión, que es necesario un movimiento social fuerte, autónomo, para que pueda haber una oportunidad política de impulsar el cambio civilizatorio. Eso es algo diferente al 15M porque requiere una estructura para mantenerse en el tiempo que el 15M no tuvo ni creo que pueda tener. Los movimientos de desborde, como el 15 M o el municipalismo de 2015 no se mantienen en el tiempo por falta de «energía renovable» para sostener movilizada a gente que no está acostumbrada a estarlo y espera resultados rápidos.

Luego me parece muy importante también la reflexión sobre la debilidad de las confluencias hechas desde arriba, que señala Yayo. En Sevilla, dónde hemos presumido esta vez de unidad, desde arriba, de todas las organizaciones a la Izquierda del PSOE, hemos percibido esa debilidad en campaña con la consecuencia de una desmovilización enorme de las bases de los partidos confluyentes, incluido el nuestro. Nuestros resultados han sido muy inferiores a los de Ahora Madrid y hemos perdido uno de cada tres votos de los que obtuvimos en 2015 en Sevilla. Yayo defiende el modelo «Ganemos» frente a la coalición de partidos. Discrepo, desde el aprendizaje de haber participado desde el inicio en la construcción de Ganemos Sevilla. Estos proyectos municipalistas tienen la misma debilidad que el 15M, acaban desgastándose y al final son las organizaciones las que prevalecen o se convierten en refugio de minorías expulsadas de sus partidos de origen que acaban compitiendo entre sí. Lo hemos visto en Andalucía en las candidaturas municipalistas supervivientes de 2015. Se han presentado lideradas por disidentes de sus partidos de origen contra las candidaturas de sus partidos de origen, siguiendo la estela de los diversos frentes de unidad judaica popular, enfrentados entre sí, ilustrados en La Vida de Brian.

Me llama la atención que descarta la posibilidad de un partido ecologista o ecofeminista que sea el correlato político de Ecologistas en Acción. En eso mantiene la línea histórica de Ecologistas. Y creo que es una de las causas de que no hayamos sido capaces en España de crear un espacio político verde equivalente al europeo. Si uno compara el discurso de Yayo Herrero y las propuestas que propone Ecologistas en Acción para las municipales de 2019 con lo que plantea Equo en Municipios por El Clima, la coincidencia de relato es casi absoluta: pero Equo Verdes permanece en el ángulo muerto de Yayo Herrero y de Ecologistas en Acción. Ni se nombra en el artículo ni se contempla la posible alternativa de construir un partido ecofemista fuerte en España que sea referente en las instituciones. Se nombra a PODEMOS, se nombran las dos candidaturas enfrentadas en Madrid. Se nombra Izquierda Unida. No se nombra Equo.

Los principios ecofeministas que propugna Yayo Herrero son necesarios tanto para configurar la convivencia dentro del movimiento social, que no aspira a entrar en las instituciones, como de un partido ecofeminista que sí aspire a entrar en las instituciones para empujar el cambio civilizatorio también desde ellas. Creo que el ecologismo social, económico y político tiene pendiente un debate de cómo hacer para, en muy poco tiempo, lograr lo que no hemos logrado en 25 años. Impulsar los cambios sin precedentes que demandan los expertos del IPCC en las formas de producir y consumir, energía y alimentos, en la forma de movernos y de organizar nuestras ciudades y territorios rurales. Porque las consecuencias de no hacerlo pueden ser aún más devastadoras social y ambientalmente de lo que ya estamos viviendo.

A propósito del despropósito de José Carlos Díez: ¿por qué es mejor la Renta Básica Universal?

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http://www.eldiario.es/juanlusanchez/Francotiradores_6_604799540.html

El despropósito de José Carlos Díez con sus declaraciones en las que argumentaba que si en España implantáramos una Renta Básica habría que poner francotiradores en nuestras fronteras, nos ofrece la oportunidad de entrar al fondo de la cuestión. ¿Cómo podemos erradicar la pobreza y reducir drásticamente, hasta límites éticamente aceptables, la desigualdad en España y a nivel mundial? Es un tema que me imagino se seguirán preguntando los socialdemócratas, pese a las declaraciones del coordinador de su ponencia económica. Desde luego desde la ecología política lo hacemos. Tras un largo debate madurado entre la primera y la segunda asamblea, en Equo apostamos por la Renta Básica Universal como herramienta para lograrlo, frente a la alternativa de la Renta Mínima Garantizada que resultó ganadora en nuestra primera asamblea. La principal diferencia entre ambas es el carácter universal e incondicional de la primera, frente a la condicionalidad de la segunda. Si ambas se plantearan como objetivo garantizar ingresos mínimos para toda persona, sin condiciones, el debate debería ser fundamentalmente técnico. Voy a tratar de argumentar por qué esta medida es una de las piezas clave de la política social del siglo XXI y cómo podemos implantarla, tras un proceso deliberativo bien informado. Insisto en lo de bien informado porque las declaraciones más frecuentes de responsables políticos y de periodistas adolecen, bien de falta de información, bien de información sesgada.  Leer más de esta entrada

Sobre la huelga de hambre de Paco Vega por la Renta Básica

Paco Vega. Foto: EuropaPress

Paco Vega en el Parlamento Andaluz. Foto: Europa Press

Paco Vega, como antes Francisco Casero, apela a la sociedad para que despierte y ponga fin a un estado de cosas profundamente injusto. Sí, es la sociedad la única que puede hacerlo. La única que puede dar la vuelta al insensato e injusto orden de valores que tenemos en el que todo gira alrededor del dinero, del derecho de unos pocos a enriquecerse sin límites a costa de una mayoría que no tiene lo suficiente para vivir, que no encuentra un horizonte de futuro, y de traspasar los límites del ecosistema del que depende la vida. Cambiar esto es misión de la política. Pero no se puede esperar que lo haga quién gobierna Andalucía ni quién gobierna España con su apoyo. Sólo puede hacerlo una sociedad que deje de mirar para otro lado mientras nos precipitamos al abismo por superar los límites: de la injusticia social y ambiental. Paco Vega, Tu gesto valiente y profundamente ético, tu huelga de hambre, también tiene que tener límite. Has dado un aldabonazo. Refuerzas la convicción de quiénes pedimos el cumplimiento del estatuto y de la Carta Social Europea, cuando dicen que todo ser humano debe disponer de un mínimo vital y que ese límite debe estar en el umbral de la pobreza. Es cuestión de equidad en el reparto de los beneficios que toda la sociedad genera y que hoy acapara un grupo cada vez más reducido de enriquecidos, sí, por unas reglas injustas globalmente establecidas, con paraísos a medida, con entidades pantalla, con cohortes de abogados,… ante la mirada indiferente de la mayoría. Así nos lo recuerda esta tribuna de la Plataforma por la Renta Básica, de Sevilla, en el Pais. Reconocimiento y agradecimiento sin límites a tu gesto Paco. Es el momento de continuar la lucha por otros medios