
Alberto Garzón, pide a Pablo Iglesias reorientar el proyecto de Unidos Podemos para revertir la situación actual de caída libre en la que se encuentra. Si Podemos tuvo el mérito de movilizar a una parte significativa de la ciudadanía que había desesperado de la política institucional, su desinflamiento arrastra consigo al propio proyecto de Unidos Podemos con el que se confunde, hasta el punto de que sus socios, IU y EQUO, empiecen a preguntarse si no es mejor dejar el barco común y navegar cada cuál con su propia nave. Coincido con la percepción de Garzón de que «una mayor fragmentación de las fuerzas de izquierdas puede ser demoledora para el futuro del país. Pero al mismo tiempo, es imposible pretender que se mantengan las cosas de la misma forma que hasta ahora. El nuevo contexto obliga a cambiar». El nuevo contexto viene definido por dos dimensiones: la débil recuperación económica plasmada en reducción del paro y crecimiento del PIB y la ubicación en el centro del debate político de la cuestión nacional o conflicto entre nacionalismos español y catalán. Garzón critica la debilidad de la recuperación económica desde el eje social: más empleo está significando incremento de la precariedad e incremento de la pobreza. Reclama situar la agenda social en el centro del proyecto de Unidos Podemos. Y llama a trabajar en la elaboración de programas políticos de forma participada y discutir las bases de formación de las candidaturas sobre la base de primarias (o así lo creo entender). También coincido con Garzón en que «cualquier propuesta de confluencia debe partir del trabajo colectivo, desde abajo y que garantice la visibilidad justa de todos los actores». Y añadiría, de todos los discursos, ya que sólo la complementariedad de los mismos justifica la necesidad de coalición (si no los hubiera estaríamos hablando sólo de diferentes organizaciones para un sólo proyecto).
Creo que la evolución previsible de la situación social, si no hay un cambio de rumbo, es aún peor de lo que se vislumbra Garzón. No parece percibir la amenaza de colapso y quiebra del pacto social que supone la falta de horizontes de la juventud, que sigue sin futuro ni se le espera con las políticas del gobierno. El proyecto de emancipación de la generación joven está quebrado por la precariedad y la ausencia de política social de vivienda. La brecha entre capacidad económica y precio de la vivienda es abismal y las únicas medidas tomadas por el gobierno en materia de regulación del alquiler lo único que han hecho es aumentarla. Y no plantea con la suficiente claridad que sin cambio de rumbo, lo previsible es que se vayan sucediendo y retroalimentando, en muy corto periodo de tiempo, nuevas crisis financieras, energéticas, climáticas y de recursos básicos para la economía productiva. Sigue atrapado en un modelo económico que considera que la biosfera es un subsistema de la economía y no al revés. Sigue sin percibir que ya hemos superado en un 50% los límites de la biosfera y que ese camino lleva al colapso en muy pocos años. Sin un discurso basado en un diagnóstico certero de la situación es difícil que en tiempos de aparente mejoría económica el proyecto de cambio tenga éxito porque una parte importante de la sociedad percibe, mal que bien, que las políticas del gobierno están dando resultados o los van a dar. Y sin un buen diagnóstico tampoco es posible plantear una correcta terapia. Leer más de esta entrada
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